jueves, septiembre 25, 2008

Acústica limeña en Buenos Aires

Nadie es ajeno al palpitar sonoro de la ciudad donde vive, aunque el tema le resulte menos familiar que aquello que reconoce como propio porque le entra por los ojos, o en los actuales tiempos de revaloración gastronómica, por la boca. Grato el encuentro que tuve en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires de la Lima Sonora, proyecto de un equipo de profesores y alumnos de la limeña Universidad de San Martín de Porres. Dejarse llevar por los planos sonoros de una urbe es referirse tanto a la creatividad de su música como al bombardeo de decibeles que llenan de toxicidad la vida cotidiana. Hay sin embargo que confiar en que tras reconocerse como propias, estas maneras pueden cambiarse. En este sentido crear una conciencia de ecología acústica es uno de los objetivos de la investigación de los comunicadores universitarios.

El paisaje sonoro de Lima es un solo de fusiones. Quienes hacia mediados del siglo XX cambiaron la sierra por la capital situada en la costa como lugar de residencia, se convirtieron en protagonistas de un fenómeno que se conoció como desborde popular. Gente de campo que se afincó en Lima sin hacer a un lado sus tradiciones, comenzó entonces a amalgamar su cultura con versiones de otras corrientes migratorias, la de asiáticos, africanos, europeos y norteamericanos.
Los limeños de origen andino han logrado hoy tener una presencia significativa en los medios de comunicación. Circula en éstos un sonido popular identificado como música chicha. Las calles, incluso de los distritos residenciales, se han llenado de los ocasionales llamados de los cobradores de las Combis, vehículos públicos que arremolinan en las esquinas colas de apresurados viajeros. Las sonoridades de la gente de trabajo incluyen la voz del afilador de cuchillos, del vendedor de helados, la del comprador de periódicos y revistas usadas. Mas allá, en medio del silencio de los cerros se entonan cantos por el día de difuntos en el cementerio más grande y pobre de Lima. Todos estos sonidos han sido recogidos en esta muestra que sorprende y que hay que aplaudir.

Mención aparte para los Quipus, herramientas de escritura en el imperio incaico transformados en audífonos, y para los Umachucos, palabra quechua que nombra a cascos protectores usados por los Incas. Los organizadores de Lima Sonora los han convertido en una suerte de Ipods de raíces precolombinas. Por lo tanto nada minimales. Mas bien vistosos, coloridos. Casi naves para aislarse del trajín visual y entrar en la onda sonora.













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