viernes, mayo 15, 2009

El padre Alberto, ni reforma ni revolución

Me he puesto al día sobre el affaire del padre Alberto. Santo Dios, ¿y el celibato?, se lee en la portada de la revista estadounidense que publica las fotos de su romance con una mujer en una playa de Miami. El personaje era un equis para quienes sólo debido al escándalo, conocemos ahora algo de su candor frente a la cámara y otro tanto de la manera en que razona. A eso voy. Quiere decir que no me interesa juzgar su conducta en la opción moral-inmoral; ni profundizar a lo Rampolla, la diosa del sexo hablado, en la ternura erótica que el sacerdote administra a su compañera al acariciarle el trasero. No. Mi interés se centra en sus declaraciones. Ha dicho el padre que nunca dejó de ser hombre. Ya. Y que en esas se dio cuenta un día de que se había enamorado. Bien. Lo que sigue suena a descargo; no se había propuesto encontrar una pareja, pero cuando lo hizo sólo se dejó llevar por el amor y ya está, celibato te vuelvas. Observa además en actitud confiada, que Dios lo ve y que no necesitaba esconderse. Vaya, se me escapa la lógica del asunto. ¿No es acaso que incumplió los votos que hizo ante la sede del Dios católico en la tierra? ¿Que los ojos del ser supremo estaban por lo tanto entornados en virtud de la confianza que le inspiran sus representantes? Digo yo que el padre Cutier hace demagogia. Tanto con la debilidad de la carne, como con su manera de salir al paso con lo de lamentar a quienes ha ofendido. Está claro que no agrega a su vocación sacerdotal, la del diplomático que realiza gestiones para lograr cambios en la embajada de la divinidad en el planeta. Tampoco un revolucionario que grita en la cara a las autoridades de la Iglesia sus absurdas convicciones. Ni reforma ni revolución. Cutier es sólo un hombre atrapado por sus instintos, que prefiere refugiarse en la simpatía que suscita como hijo pródigo. A la usanza actual, hace una suerte de arroz con mango para no decir lo que dice: que lo que importa son sólo los individuos. Sociedad, instituciones, organizaciones, humanidad incluso, nadie se desvela por ellas.

3 comentarios:

EBierdie dijo...

Me gusto el comentario, plantea el poblema central de este hombre que se exponia bastante a los medios.
El problema estriba de no mantener compromisos libremente adquiridos y el desvalorizar el rol de las instituciones en la sociedad

Anónimo dijo...

Realmente su salto a la fama fue por el escandalo, de lo contrario hubiese pasado desapercibido. Tambien a mi me gusto el comentario. Es una lástima que un sacerdote católico haya actuado de esa manera, quizás se involucró en el escándalo para librarse de una y por todas de todo. Suerte!

M.TAGLE dijo...

Lichi el anterior comentario fue mio. no lo firme. Mariella