miércoles, junio 24, 2009

Poesía cargada de pólvora


Dejando atrás el malestar, dispuesta a hacer el oído al ritmo de la palabra. Leer...
-------------------------------------
Tanta gente saltando hacia ninguna parte,
sin objeto,
sólo porque el vecino salta.
Tanto cordero llevado al matadero
y tanto domingo de resurrección.
--------------------------------------
Ser poeta en la calle
en el metro
en el supermercardo
llamar a las cosas por su nombre
y dirigirse al pueblo
impedir que la poesía
se convierta en algo inútil
cargarla de pólvora
--------------------------------
Poesía: Lecturas para la supervivencia/Material inflamable para manos incendiarias.
Imágenes: Cirenaica Moreira.

viernes, junio 19, 2009

Cuatro paredes

Qué mal estoy y qué poco me quejo, me provoca repetir el graffiti que leí hace poco. Digo que me ha cogido una gripe de aquellas, felizmente sin los factores N1 o H1. Antibióticos mediante ahí voy. Remonto sobre todo la baja de defensas, que se dice es el punto de partida para contraer cualquier enfermedad. Me doy cuenta de que el incremento del grado de vehemencia puesto en el ritmo habitual, lo que se dice un aumento de presión, expone a la asimilación de alguno de los virus que están en el ambiente. En plan y propósito de enmienda, sucede que la postración me distancia de Sísifo y su famosa roca. El trabajo antes que un castigo o una actividad sin esperanza, tiene el perfil de una mochila aligerada. En ella cabe lo que uno decida meter adentro (salud, a más de humor, amor, el entusiasmo de Shaftesbury y sobre todo ojo, quiero decir mirada y oído, que por más tecnología que se tenga a mano, las cuatro paredes son las cuatro paredes).
Imagen: Jana Sterbak.

martes, junio 16, 2009

El derecho de elevarse

Un momento de crisis. Los mineros de un pequeño pueblo ubicado al norte de Inglaterra mantienen una huelga que los hace vivir momentos críticos. No cuentan siquiera con leña para encender sus chimeneas y protegerse del frío. La familia protagonista de la película, acaba de perder a la mujer de la casa. La tristeza no les impide sin embargo, llevar la vida de todos los días. El padre y el hijo mayor se desempeñan como operarios en la extracción del carbón y se han sumado al paro. El hijo más pequeño asiste al colegio, pero algo extraordinario está por sucederle. A la hora del deporte va a descubrir que en lugar del box lo atrae el ballet. La práctica de las niñas lo entusiasma, y aunque con grandes dudas, se anima a hacer una clase. Resulta evidente que el arte clásico, uno de los gozos que a partir del siglo XVII disfrutaron las cortes europeas, no encaja en el hogar de un chico de la clase obrera. Agréguese que en plenos años ochenta en los que transcurre la película, bailar es considerado todavía un quehacer femenino. Así y todo, quién sabe cómo la afición va en serio en el alma del niño y suerte la de Billy Elliot, que encuentra la guía de una profesora intutiva que lo acoge y patrocina su aprendizaje. El asunto está velado para su familia que podría poner el grito en el cielo, como lo hace no bien se entera. Se esgrimen razones de género y también políticas. Detrás de lo que se dice, está una pregunta dolorosa, ¿cómo puede atreverse un chico a pensar en esas piruetas que lo elevan, cuando el padre y el hermano se rompen los lomos para bajar a la entrañas de la tierra? En un ambiente en el que la policía interviene para reprimir a quienes han paralizado sus labores, el padre de Billy comprende finalmente el talento de su hijo y le permite viajar a Londres donde debe aplicar a la convocatoria de la escuela más prestigiada de ballet. Vi ayer nuevamente la película que se estrenó en el 2000 dirigida por Stephen Daldry, el mismo director de `Las horas`, y protagonizada por Jamie Bell. Me dije que era una manera de echar luces sobre la pregunta de la que me ocupaba hace unos días. ¿Es justo crear belleza en un mundo tan cruel? Precisamente, se trata de crear y creer en algo más allá. No tendría que estar restringido el derecho de elevarse.

viernes, junio 12, 2009

Vida alrededor

Según algunos, basta estar vivo para dar por descontado que la vida va y viene a su alrededor. No figura por lo mismo en los ítems de una conversación usual, hacer notar expresamente ese estado del organismo que es la vida. De mi parte, suelo acusar recibo de estar viva cuando algo logra hacerme sentir particularmente involucrada. Podría decir también conmovida, como me ocurrió al escuchar de boca de un médico joven, el diálogo que mantuvo con uno de sus pacientes. Éste último, un hombre mayor se había fracturado una pierna y estaba hospitalizado en una clínica a la espera de ser operado. El médico que pasaba visita, había entrado a su cuarto para preguntarle cómo estaba y si había algo que le hubiera molestado en las últimas horas. La respuesta fue poco usual. Más bien doctor, dígame usted cómo me encuentro. Desde la tarde de ayer no sé bien quién he sido. Sé en cambio que en algo he trabajado, pero no recuerdo en qué. Me gustaría saber cuál ha sido mi profesión. El médico se tomó el tiempo para dialogar. Acompañó al paciente, valorando su peculiar capacidad para referirse a lo que le ocurría. Fue todo un indicio para pensar que se trataba de un problema de pérdida de memoria temporal, antes que de una demencia por razones de edad. La situación podía deberse a la ansiedad que suele preceder una operación, o al efecto de algún medicamento, sin descartar que tales acontecimientos le llegaban en plena vejez. El joven doctor me comentó que el anciano le pareció un hombre de una inteligencia singular. No recordar no es igual que no pensar. En cuanto a mí como decía, el relato me hizo sentir viva. Paradójico como tantas cosas, si se tiene en cuenta que la vida del paciente, como hombre mayor, iba camino de apagarse.

jueves, junio 11, 2009

Una forma de mirar

Si se trata de mostrar imágenes que apelen a la tradición para ubicarlas en un contexto actual, he aquí un ejemplo en este par de fotografías del español David Trullo. El artista invita a rememorar a Caravaggio (1571-1610) y Mantegna (1431-1506), pero la comparación de épocas a través de la tecnología aplicada al arte, conduce más allá del paso del tiempo. La sensibilidad contemporánea cuenta con un arsenal de información para mirar en hondura ambos referentes visuales. Si Medusa era un personaje femenino, identificado incluso por algunas feministas con la ira de la mujer, ¿por qué en el trabajo de Trillo aparece como hombre? ¿Y por quién ha muerto este joven, teniendo en cuenta que desde la óptica del psicoanálisis la Medusa simboliza la castración? Cerrar los ojos parece ser un buen remedio frente a lo que no se quisiera saber, sólo que al precio de morir. Será que al decidir vivir no es finalmente tan malo arreglárselas para saber (lo que fuera).

Imágenes: David Trullo, Caravaggio, Mantegna.

miércoles, junio 10, 2009

Un pesar más allá de lo establecido

¿Será algo malo crear un espacio de belleza en un mundo tan cruel? la pregunta hecha por el filósofo Arthur C. Danto sigue las huellas de otra: ¿Qué tiene que ver la belleza con el arte? Si hubiera que decirlo al estilo de un SMS (servicio de mensajes cortos) diría que los griegos amaron lo bello, el Renacimiento hizo renacer el mismo ideal y el Romanticismo de inicios del XIX lo reconfirmó. Fin del envío telefónico para agregar que el vínculo entre belleza y arte no ha sido continuo en la historia del arte, y que tras un período casi de divorcio, el lazo volvió a establecerse. Como para tener en cuenta, que el valor de lo bello es sólo uno más (puede haber arte feo, no sentimental, más bien frío, de ideas, siniestro, inspirado en los desechos -nuestros desechos- etc.). He aquí sin embargo, que la belleza, dice Danto, es imprescindible para la vida. Me ocupo del tema a cuenta de los malos días que se viven aquí. Indigna la falta de aptitud del gobierno para manejar situaciones conflictivas. Las muertes producidas en la amazonía peruana han sido provocadas por el desentendimiento entre las comunidades indígenas y el poder político. El detonante fue el acuerdo sobre el uso de recursos naturales hecho por el gobierno con empresas extranjeras, sin convocar a quienes van a vivir en suelo y carne propios sus consecuencias. Expreso antes que un deseo de evasión, un pesar que no renuncia al deseo de buscar la vida más allá de lo establecido.

Imágenes: Harry Chávez, Blas Isazi.

viernes, junio 05, 2009

El político que se hizo un monumento

Un médico de 43 años, que ejerce ya hace varios años como alcalde de un distrito al norte de Lima, se ha convertido en noticia porque al gestionar la construcción de un pequeño parque que incluía una escultura en honor a la familia, decidió prestarse como modelo. El político facilitó al escultor contratado, una foto de grupo en la que estaban él, su esposa y sus dos hijos. Sin descartar que en los meses sucesivos al inicio de la obra, pudiera haber visitado el taller del artista para fijar algunos detalles. El caso es que recién en pleno proceso creativo, alguien le hizo notar que la gente podía murmurar sobre el derecho que tenía a a perennizar su imagen en un lugar público. El hombre entonces atinó a pedir al escultor que hiciera algunos cambios. Si estos llegaron, la familia del alcalde siguió siendo siendo reconocible. Me puse a pensar qué es lo que puntualmente se le critica. ¿El costo de la obra dado que en nuestro país, se dice, hay siempre necesidades más básicas que el arte?, ¿convertir su vida privada en ejemplo sin dar realmente pruebas de virtud? ( corre el rumor de que el alcalde tiene ya una pareja distinta a la de la señora esculpida), la calidad del trabajo del escultor? (no falta alguien dispuesto a levantar el dedo acusador de que la obra es huachafa). Sin descartar las anteriores, creo que media otro tipo de razón. El político ha ignorado que una de las ramas de las bellas artes, es decir la escultura, se reserva a los héroes nacionales, personalidades desaparecidas del mundo de la ciencia y letras, figuras sacras, o alusiones a valores abstractos como la justicia. A quien ejerce como autoridad política sin mayores méritos, le corresponde en cambio la imagen perecible y banal de la tv.. Allí donde caben promociones, publicidad, marketeo y hasta verdaderos-falsos ampays. No la imagen que conlleva un pedazo de mármol, granito o piedra. Que narcicismo maligno además, ése de querer hacerse a sí mismo un monumento, ¿no creen?
Imagen: Carlos Alcolea.

jueves, junio 04, 2009

Una variedad de satisfacciones

A propósito de la Bienal de Venecia que se inicia este domingo, y de la inauguración ayer de una nueva galería en el Gran Canal, recordé el interés que me provocó hace un tiempo una pieza de Charles Ray. El artista plástico que se llama casi como el músico que estuvo en escena el 2004 con la película sobre su vida, participó en la muestra de Punta della Dogana con la escultura de un niño que tiene una rana agarrada de una pata. Según dice una nota periodística, fue la obra que más atrajo (a la distinguida concurrencia, eso lo digo yo). Vaya, la pieza a la que me refería, en realidad una instalación, resulta bastante más sugerente. Se trata de un humano que semejando el fruto de un árbol, está amarrado a una rama como ven aquí arriba. Si era una manera de protestar contra el desinterés de las ciudades por el paisaje, una acción ecologista, un exceso de excentricidad, o una intervención tanático-esotérica, lo decide cada quien. Algo podría tener sin embargo del deseo de establecer una continuidad entre la experiencia estética y los procesos normales de la vida. Uno va caminando por el parque, cuando al alzar la vista para ver un pajarillo, ¿ahhh?...¡qué conmoción! Consideren ustedes que conmoción y todo, si a un paseante equis se le dice que lo expuesto es obra de un artista y por tal es arte, es probable que su respuesta sea que el arte está en los museos. Seguro que no había leído a Susan Sontag, la ensayista norteamericana, que en los años setenta observaba que el arte era el nombre de una enorme variedad de satisfacciones –de la ilimitada proliferación, y devaluación de la satisfacción misma-. Y los yates siguen llegando a la marina del Gran Canal para depositar a sus ocupantes ad portas de la fiesta del arte; y el magnate Francois Pinault que ha hecho la inversión de la nueva galería, estará allí, enfundado en cualquiera de sus maravillosos ternos. Sin embargo es probable que la gente lo mire más que por el corte de la tela que viste, al enterarse de que es suegro de Zelma Hayek. En cuanto al resto de los humanos, nos queda pensar en la posibilidad de reunir tiempo y dinero para llegar antes de noviembre, fecha del cierre de la Bienal, a tan connotado acontecimiento. Si no, a pensar en la manera en que funciona el mundo del arte, total también la vida nos provee de una variedad de satisfacciones.

miércoles, junio 03, 2009

La jugada del más vivo

La somnolencia comienza a invadirme cuando el chofer del taxi en el que viajo prende la radio. La canción, una mezcla de reggae y ska, me despierta desde el fondo de los párpados. Oigo al vocalista: `Esta es la voz del genio del dub, cuando hablas de violencia dice basta ya, que cuando hablas de guerra dice basta ya, que cuando hablas de hambre dice basta ya. Porque nada de eso te puede elevar…nada de eso te puede elevar…` He escuchado la tonada decenas de veces sin darme cuenta de que podía referirse al laberinto social del que formamos parte. De allí el basta ya y que nada de eso te puede elevar. ¿Pero si es ésa la forma de elevarse, termina siendo a costa de qué? El taxi atraviesa una arteria principal de San Isidro poblada de torres de edificios. Algunos tienen grandes ventanales y otros fachadas que recuerdan nichos. Es un diseño que podría suponerse se ha pensado para propiciar inquietud. Digo: Cero criaturas de carne y hueso, punto para el cemento, pero hay más. Unos metros más allá todo se vuelve excavar, martillear y taladrar. Al reemplazar casas de dos pisos por edificios de departamentos se dice que Lima progresa; ¿acaso las autoridades se han tomado la molestia de conjugar el verbo planificar? El ruido y el polvo provocados por la demolición de viviendas convierten dizque un lugar para vivir con tranquilidad, en un caos. ¿Y qué hacen los vecinos? Un cartel dirigido a las autoridades municipales expresaba hace ya dos años el desasosiego. Decía: “Ahora tenemos congestión vial. ¿Cómo será con cuatro torres de 178 departamentos?". La constructora a cargo de los edificios, siguió adelante y aunque en lo que va del 2009 no ha terminado la obra, la protesta parece haber amainado. La extraña convivencia entre lo que no nos produce goce y lo que aceptamos ha tenido lugar. ¿Toca hacerse de la vista gorda ante el atropello? Acabo de firmar una carta mancomunada dirigida al alcalde del distrito. De pronto los vecinos nos damos cuenta de un desatino técnico. Con el argumento de mejorar una calle se ha demolido la anterior pista de concreto que tenía venticinco centímetros de espesor para reemplazarla por una capa de asfalto de cinco centímetros de espesor. ¿No está acaso cantado que la remodelación mal hecha obligará a invertir dentro de poco otra vez en lo mismo? Qué difícil entender el lugar de lo estético, es decir aquel suceder que a manera de cuadro o de escenas en movimiento nos proporciona el disfrute de la vista y el oído. Vivimos en un entorno donde lo que vale es la jugada del más vivo. Y si vivo es aquel al que menos le importa el bien común, ¿no habría que llamarlo de otra manera? Urge iniciar una acción para librarnos de palabras y por tanto de maneras que nos atan. A ver cuál es la respuesta a nuestra carta.