sábado, noviembre 14, 2009

Gabriela Wiener: una psique ajena

A todas luces no le pesa su herencia amerindia, palabra que la escritora Gabriela Wiener usa en una de sus crónicas para referirse al color de piel de los sudamericanos sin el toque white enough del sector social minoritario. La joven mujer evidencia sentirse a sus anchas al mostrarse en calzón bikini ante una webcam que convertida al formato de un video resulta asequible a cualquier internauta. Su cabello adquiere brillos de comercial de champú al lanzarse a vituperear el orden que a los demás supuestamente nos cuesta pasar por establecido. Pudor igual cero. Gabriela se ha quitado la minifalda y los botines antes de bambolearse bailando. A continuación saca la lengua y abre las piernas. Tranquilos todos que sólo lo hace ¡para promocionar un libro! Teniendo en cuenta que tiempo atrás a las escritoras poco podía interesarles hacer de adolescentes que entablan comunicación con sus iguales a través del exhibicionismo o pasar por vedettes, habría que preguntar qué pasa con la autora de ´Sexografías´. De hecho tiene talento literario y ha logrado que su incursión en el estilo gonzo, aquel que ya en los años setenta proponía el acercamiento subjetivo del periodista a la noticia hasta el punto de participar en ella, se afinque en el terreno de las nuevas sexualidades. Sus relatos beben de la exploración pornográfica y siendo una manera de convocar la imaginación del lector, a mi modo de ver vaya y pase, pero el bailecito... Me pregunto a cuenta de qué refregar la propia audacia en la cara del otro, el hablemos sucio y raro siempre. Tal vez haya sido perversa de niña oigo decir a la escritora en una entrevista. Qué lance. Gabriela es un locón, lo que no es lo mismo que decir como leí en un correo: Esta mujer está mal, alguien tendría que decírselo. Parece más bien gozar de comodidad en la propia piel, no vivir con culpas, mantener un satisfactorio vínculo con su pareja y haberse propuesto una maternidad dedicada pero sin asfixiar. Compruebo que uno puede disfrutar de un libro aunque la psique de su autora le resulte ajena.

miércoles, noviembre 04, 2009

La Bienal de Venecia, un polo de atracción

Cuatro horas de viaje en tren unen Roma y la estación de Santa Lucía en Venecia. Entonces la Bienal. La ilusión de entrar en contacto con la selección más graneada de arte contemporáneo. Voy a la versión 2009 de un encuentro que se celebra desde 1895 y que con algunas interrupciones inevitables como las del período de entre guerras anda en su edición 53. El título de la muestra ´Hacer mundos` anuncia el ritmo al que marcha la cosa. Los artistas han sido invitados a reflexionar sobre el presente a través de la experimentación. Valen incluso aquellas intuiciones que pudieran no haber cuajado del todo dado que como advierte el folleto de presentación, una obra de arte no es sólo un objeto o un producto terminado. La exploración en Los jardines y el Arsenal las dos principales sedes de la Bienal, suman un recorrido no apto para el apuro. Dudoso llegar a Venecia en un crucero que acodere en el Gran Canal con las horas contadas; dedicarse a visitas como las del Danieli, el majestuoso hotel situado al frente de las islas; o a tomar un Bellini, mezcla de un super seco y jugo de durazno, en el Harrys Bar. Incluso pegarle una mirada a la basílica de la plaza de San Marcos construída hace más de diez siglos. Todo está muy bien, pero para ser estimulados, enriquecidos o de pronto liberados, el arte contemporáneo exige tiempo y paciencia. Es así que la exposición constituye un polo de atracción casi excluyente de todo lo que ofrece la antiquísima ciudad construida sobre madera y rodeada de canales. Evidentemente no atrae un público masivo pero sí a uno numeroso, expresión numérica que insiste en recordar que vivimos en una sociedad que ha dejado atrás las dicotomías tajantes. Como que la vida contemporánea se ha vuelto en casi sinónimo de un sostenido estado de exploración. Cierto que la variedad de propuestas no llega a la desmesura. Si en la edición anterior un grupo de guardianes canturreaba una melodía cuya única letra era: Es muy contemporáneo, contemporáneo, contemporáneo; aquí no doy fe de ninguna intervención de corte tan dadaísta. Tampoco de muchas materializaciones que indujeran a decir lo potevo fare anch´ io, lo podría haber hecho yo también. Excepciones: una habitación decorada con recortes de periódicos-revistas y otra de libros que colgaban del techo. En suma una variedad de lenguajes que conjugando técnica e imaginación logra por momentos que al visitante se le ponga la piel de oca como dicen los italianos a nuestra ídem de gallina. Si uno se queda con alguna viada es con la de la de ir en pos de un nuevo polo de atracción. ¿No es ésta una prueba de que seguimos vivos?