viernes, noviembre 30, 2007

Detrás de las nubes




En Lima se teje una historia sobre indios que recorren territorios inmensos para dispararle a las nubes. Nuestro cielo panza de burro debe sentirse amenazado. Un ejército colorido ha partido en pos de agua y color. Sus integrantes son criaturas que relucen en su base de metal completada con pintura acrílica. Marcelo Wong parte del cuento "Las caras pintadas " de Alberto Thieroldt para dar forma a tiernos y voluminosos personajes. Al decir de Patricia Villanueva curadora de la muestra, la enseñanza sería que si no vas en busca de la nube no puedes quejarte de que no llueva. A su juicio cada indio nos es tan familiar como una manzana acaramelada o como la pieza de un lego. Agrego que resulta también una parte adolorida de nuestra aletargada quietud. Tanto gris en el cielo nos hace soñar con la aventura, pero nos resulta difícil entrar en acción. El ejército de Wong es una oportunidad para encendernos en esa búsqueda con una actitud más vital y hasta con la fe de los niños. Está en juego la posibilidad de encontrar luz detrás de las nubes. Quizás el arco iris.

jueves, noviembre 29, 2007

Hazañas visuales




La escultura dejó de estar vinculada hace ya más de medio siglo al verbo esculpir para convertirse, según el crítico Clement Greenberg, en una actividad más cercana al hecho de construir, armar, montar o disponer. Estas hazañas en madera y metal de Martin Puryear parecen confirmarlo. Una primera sensación es la de colocar al espectador en la situación de evocar más allá de la tradición conocida en Occidente. Una amiga que ha regresado de Nueva York y estuvo en el MOMA donde se exhibe el trabajo de Puryear, me decía que además de asombro ante formas trabajadas con una técnica prolija, estas moles inspiraban una refrescante pureza. Otro crítico, Enrique Juncosa, ha dicho que el trabajo del afroamericano nada dice a quien lo observa con impaciencia. Si transmite algo es un quién sabe qué ubicable dentro de nosostros mismos. Se me ocurre que quizás sus obras funcionan como el señuelo de un hechicero que ha descubierto algún secreto en la materia.

miércoles, noviembre 28, 2007

La amenaza telefónica

Hoy los teléfonos me sacaron de quicio. Un tipo llamó para ofrecerme una tarjeta de crédito sin que yo la hubiera pedido. Gracias pero no la necesito le dije. Ha sido usted premiada insistió. ¿Premiada para embarcarme en el pago de intereses? Con menos amabilidad que la primera vez repetí que no estaba interesada y colgué. El bip del celular venía sonando intermitentemente hacía un rato. Le pegué una mirada y me di con veinte textos de publicidad. La bandeja de entrada estaba llena. Un aviso sobre la compra de chatarra, otro sobre la mejora del rendimiento sexual, un tercero sobre las ventajas de aprender inglés y etcétera etcétera. Los borré todos notando que me ponía siempre el aparato en la oreja izquierda. ¿Tendré algún problema con la derecha? ¿Y por qué no habrá la posibilidad de considerar esos ingresos spam? En esas sonó el teléfono fijo y al contestar comprobé que era número equivocado. Iba a sentarme frente a la pantalla cuando entró una nueva llamada. Una amiga se había olvidado su celular en mi casa. ¡Qué sabia!

Tan sólo ir en busca de un lugar libre de la amenaza telefónica, pude recordar que iba a colgar las imágenes de Martín Puryear escultor afroamericano, que por estos días expone en el MOMA. Mañana continúo, ahora quisiera saber que hacer para librarme de estas tensas intervenciones sonoras.

Imagen: Martín Puryear.

martes, noviembre 27, 2007

La más profunda anestesia



´Edukadores, una película alemana estrenada el 2005, me hizo pensar en los ideales que se esfuman con el paso de los años. Los personajes son tres jóvenes que viven en el globalizado mundo de hoy aunque imbuídos de un romanticismo que recuerda el de los años sesenta. Sus trangresiones no implican violencia, pero están tipificados como delitos contra la propiedad privada. Por las noches ingresan furtivamente a las casas de gente con mucho dinero sabiendo de antemano que han salido de vacaciones. El propósito no es robarles sino revolver sus enseres. Los adornos se trasladan al refrigerador o los muebles a la piscina para recordar a los habitantes del pequeño palacio que tienen demasiado y asustarlos. Acaso es la manera en que les toca rendir cuentas a los Edukadores, nombre con el que se identifica la célula revolucionaria. Las cosas caminan sin tropiezos hasta que deciden secuestrar al propietario de la casa que habían allanado. El dueño ha regresado antes de lo previsto y los descubre. Huyen entonces hacia una cabaña en las montañas donde en los días sucesivos tendrán la oportunidad de enterarse de aspectos de la juventud de su rehén, un empresario en sus cincuenta cuyo ingreso anual bordea los tres millones y medio de euros. El individuo había militado en los sucesos de mayo del 68 y al igual que los líderes del movimiento estudiantil de ese entonces, había participado de sus consignas. Por mencionar algunas: "Seamos realistas, pidamos lo imposible", "La humanidad no será feliz hasta el día que el último burócrata sea ahorcado con las tripas del último capitalista". ¿Qué le había ocurrido? El empresario se confiesa a sus secuestradores. Entre las deudas que se contraen, los pagos que generan nuevas deudas y que exigen a su vez mayores ingresos uno se convierte en cautivo de aquel a quien hubiera deseado confrontar en su juventud revolucionaria. Me sorprendió la vigencia de la utopía en estos jóvenes alemanes. No tanto su urgencia de brindar al prójimo indiferente una educación desesperada. Menos todavía, ese cambio de intereses en la madurez. De la preocupación por lo que sucede en el mundo a la más profunda anestesia. ¿Se encontrará alguna vez manera de prevenir tal descalabro? L atraducción del escrito en la parede de la foto es: "cada corazón es una célula revolucionaria".

lunes, noviembre 26, 2007

Perseguidor y perseguido

Si les parece inclasificable la estética del británico Barry Flanagan (1940), dan ustedes en el clavo. A través de los años la crítica ha coincidido en señalar que el artista ha explorado en muchos estilos, sin dejar de mencionar que hace ya un tiempo las liebres se convertieron en su sello. Al parecer la imagen del animal perseguido en las cacerías inglesas sugirieron a Flanagan convertirlo en motivo de sus trabajos. El escultor no critica al cazador ni se apiada de su presa. Según declaró hace unos años, consideraba a la liebre como un emblema de la "libertad de perseguir". Ciertamente enigmático, Flanagan incluye en ese ánimo dos animales que parecen bailar y menciona en el título de la pieza el nombre de Niijnsky (Small mirrored Nikinsky).

viernes, noviembre 23, 2007

Ocuparse de volar

El artista Panamarenko, nacido en Amberes 1940, con un poco de ingeniero, escultor y poeta, ha centrado su producción en la idea de volar sin la intención de que ello suceda realmente. Un hito en el arte belga, para el crítico Enrique Juncosa, Panamarenko hace pensar en una afirmación de Cortázar: "el poeta no está interesado en acrecentar su conocimiento, en progresar. Asume lo que encuentra y lo celebra en la medida en que ese conocimiento lo enriquece ontológicamente. El poeta es aquel que conoce para ser..."

jueves, noviembre 22, 2007

Un angelito y un demonio


Un fulano que evidentemente es miembro de una barra brava londinense, se ha convertido en imagen de la controvertida campaña publicitaria que promociona el viaje del Euroestar, un tren de alta velocidad que conecta Bruselas y la capital británica en una hora. El recorrido a través de un túnel en el Canal de La Mancha ha sido el punto de partida para que la agencia leg (pierna) muestre al hooligan semidesnudo, con jeans y con una cruz a la espalda orinando en una taza de te. Su actitud remeda el quehacer de la célebre estatua Manneken Pis de Bruselas, y nadie puso nunca reparos en la actitud de esa suerte de angelito belga que los turistas visitan en un recodo del Centro Histórico de la capital, en cambio el hombrón que micciona de manera tan poco grata levanta críticas y no sólo en los sectores más conservadores.

Sabemos que la tendencia que se impone en el mundo globalizado es la de simpatizar con las irreverencias. Todo se aligera, se convierte en easy going. Por mencionar un estilo que no daña, el del anónimo grafitero Banksy que cuenta en Londres con el tácito apoyo de un público de distintas edades. La ironía del artista para tratar entre otros, el tema de la realeza oxigena el ambiente pero lo dicho, no daña.

En cambio el tema del hooligan a mi juicio se pasa de la raya. Nunca se ha considerado a los miembros de las barras inglesas como sujetos gratos, sino como portadores de sucesos funestos, incluídas las muertes por enfrentamientos entre seguidores de distintos equipos. ¿Se pretenderá acaso que la comicidad de la escena distienda la ferocidad de los barristas? ¿Se sentirán cómodos los belgas con la comparación de su pequeño héroe que según la leyenda orinó sobre la mecha encendida de un explosivo y salvó la ciudad? ¿Sobrevivirá la campaña de Eurostar y el hooligan se convertirá en un héroe del turismo londinense?

No me inclino a los vaticinios, pero me pone en alerta la imposición de la locura. En todo caso voy a aligerar la crónica diciendo que las diferencias entre el Manneken Pis y el Hooligan me recordaron el comentario limeño aquel, de una cosa es un desnudo griego y otra un cholo calato.

Imágenes: Manneken Pis y Campaña de leg.

miércoles, noviembre 21, 2007

Fútbol, kitsch y masoquismo

Milan Kundera ha escrito sobre el kitsch, un término que nació vinculado al arte en los años treinta pero al que el escritor checo le dio una interpretación distinta en los ochenta. En "La insoportable levedad del ser" (1984) lo considera un ideal estético que niega la existencia de la mierda, sea en sentido literal como figurado. La mierda es aquello que se considera inaceptable en la existencia humana, aunque según señala Kundera no habría que negarla dado que existe. La interpretación me vino a la memoria esta tarde, al escuchar al locutor del encuentro entre las selecciones de fútbol del Perú y Ecuador. El cinco a uno a favor del país del norte fue según este profesional del deporte, "una tragedia que todo el país lamentaba". Y anoten ustedes que no se trató siquiera de un evento definitorio de las eliminatorias para el mundial de este deporte el 2010.

A lo que voy. La parte kitsch del fútbol en el Perú, es negar la posibilidad de perder. Curioso que así como se anhela ganar y aún sin victorias reales, el kitsch del éxito venda. Una goleada como la de hoy tiende a verse como catástrofe. No tenemos pundonor se dice, pero basta pensar en el siguiente partido para hacer renacer una esperanza extraviada. Ahora sí nos sonreirá la suerte, se vuelve a lo mismo considerando que en el fondo si tenemos el "yonosequé" de los vencedores. Un raciocinio sin lógica y con sentimientos que hablan de desaliento, frustraciones y falta de criterio para manejarlos.

El grito anti kitsch conlleva rescatar la posibilidad de perder. Ni es malo ni queda fuera de las reglas de un juego que hayan ganadores y perdedores. ¿La vida no nos enseña lo mismo? Las autoridades están llamadas a alentar la actividad deportiva, en particular el fútbol, ideando metas, plazos e incentivos. Se necesita un mapa para ubicar el deporte de multitudes, como se llama al fútbol, en nuestra cotidianeidad. Saldrá entonces sobrando eso de movernos en un círculo kitsch y masoquista. Un goce perverso que sólo quiere saber de triunfos, como la peor publicidad.

Imagen: Yves Klein

martes, noviembre 20, 2007

La curiosidad del día siguiente

Si menciono la traición de una mujer como motivo de que un sultán se dedicara a coleccionar esposas a las que mataba diariamente, supondrán ustedes que me refiero a las mil y una noches. El sultán Schahriar había convertido su desconfianza en deseo de venganza y por él habría seguido adelante si no se cruza en su camino Sherezada, la hija de un visir que para conservar la vida idea contarle un cuento la primera noche de su encuentro, interrumpiéndolo al alba. La promesa es continuarlo a la noche siguiente. ¡Qué gran cuentista había resultado Sherezade! Tras mil y una noches logra ablandar el corazón del mandatario que conmuta la pena de muerte que pesaba sobre su cabeza para finalmente juntos, a más de los hijos que procrearon en medio de tanta historia, vivir felices y comer manjares árabes.

Marta Zatonyi, autora de una antología sobre la estética, se refiere a la vigencia de Sherezade. Dice que la obra nos enseña sobre nosotros mismos, criaturas humanas que cuando nos ponemos en plan de creación debemos conservar la curiosidad para el día siguiente. Nos anima entonces en sus palabras, "el anhelo de aquello que no tenemos, de aquello que no sabemos".

Me seduce la agudeza de Zatonyi, hechicera también a su modo como Sherezade cuando recuerda la felicidad que nos produce descubrir algo desconocido. Incluso "el placer de no entender y de tener la plena convicción de que vale la pena pelear por penetrar en las profundidades".
Constatamos que a veces toca experimentar dolor. Resulta que aquello en lo que creíamos con fervor ha perdido sentido y que lo que llega para reemplazarlo, antes que una idea acabada y salvadora, no es sino una incertidumbre. Para Zatonyi confiar en el lado poético de la existencia es una ayuda para tomar eso que viene como una bella incertidumbre.

Habría que confiar además digo yo, en que un cuento trae otro cuento.

Imagen: Richard Lindner

lunes, noviembre 19, 2007

Comenzar de cero

Buenos Aires. Un lunes inusual éste que a primera hora de la mañana dejo mi alojamiento para detenerme en un restaurante de la calle French. Sobre la mesa en la que me acomodo en espera de un espresso hay un ejemplar del diario "La Nación". La portada luce una foto del recital que ofrecieron anoche en un parque de la ciudad Les Luthiers. Fue bueno pegarme un salto a la celebración de entrada libre que congregó alrededor de sesenta mil espectadores. Gente de todas las edades dando fe del cariño que se le tiene a la agrupación de estos músicos del humor. Prosigo la lectura con un recorte sobre la lucha de Hillary Clinton para convertirse en la candidata del partido demócrata en las elecciones del 2008. La segunda página del periódico amplia la noticia, incluída una frase de su esposo Bill. El ex mandatario infiel le hace esta vez la cama a la senadora de Nueva York al declarar su admiración por Argentina que ha sabido elegir a una mujer como presidenta. Clinton no cree que EE. UU. sea más atrasado que el país sudamericano, como leen, así que Hillary presidenta por qué no.

Al dejar el café tomo un taxi rumbo al centro de la ciudad y la conversación del conductor me hace ratificar que los choferes de Buenos Aires me tienen chocá, para decirlo con acento caribeño. Cada vez que he subido a un vehículo público me han hecho preguntas sobre la ruta que debían elegir para llegar a destino. ¿Y yo qué sé? me ha provocado responder, pero sólo he levantado los hombros. Será que no luzco demasiado extranjera, qué será.

Un rato más y detenerme en los sonidos de algunos nombres comerciales, "¿Cómo quieres que te quiera?", "Te mataré Ramírez" o "Besar es bueno". Ver en distintas calles a peatones en ropa de ejercicio y las ganas de preguntarles dónde queda el gimansio....

Un viaje da oportunidad de examinar las formas a las que el entorno habitual nos somete. Uno se da cuenta de que no espera acontecimientos porque el oído se afina a todo lo que nos sucede, hasta los mínimos detalles. Podemos entonces confirmar que vivimos, acaso con la sensación de que comenzamos de cero.

A recordar un poema de Fernando Pessoa:

"El misterio de las cosas, ¿dónde está?
¿Dónde está que no aparece
por lo menos para mostrarnos que es un misterio?

(...) Sí he aquí lo que mis sentidos han aprendido solos:
las cosas no tienen significación: tienen existencia.
Las cosas son el único sentido oculto de las cosas"

sábado, noviembre 17, 2007

Detrás del turquesa

Otra vez en el Atlántico. Qué bueno que las tres horas y media en el aire se pasaron volando y cómo no iba a ser, si en la tarde de ayer tomé un avión y aterricé en Buenos Aires. Había elegido para la ocasión una novela de Lobo Antunes un tanto enmarañada pero poética por uno de sus personajes. Un hombre que creía firmemente que Carlos Gardel no había llegado a morir como se decía. Ay, no había reparado yo en que se trataba de un accidente de avión, así que tan sólo notarlo cerré el lomo amarillo del libro y prendí la tele (en una de esas podía revivir mi antigua fobia al transporte aéreo). Elegí una comedia norteamericana de la programación del vuelo para enseguida alejada ya por completo de Lobo Antunes, pegarle una mirada a la revista que suele entretener al pasajero con lo que sus editores consideran la última.

Infaltable la nota sobre el pedazo de paraíso que se dice soñamos incorporar a la agenda anual. Una combinación perfecta de lugares históricos, sol, mar y fiestas. Se trata si no, de practicar el arte de no hacer nada. La imagen sugerida es una hamaca con la garantía de que mientras uno se mece, pequeños tumbos marinos vendrán a desovillarse en la orilla. Agréguense los matices azul turquesa en el horizonte que cumplirán como sedantes en un ambiente de lujo y voluptuosidad, ni más ni menos que como reza el titulo de una pintura de Matisse.

Otro artículo y digan ustedes si encuentran suculento el tema de las nuevas clasificaciones. Iniciado el siglo XXI no basta decir un café. Hay que agregar ; frappuccino moca, caramelo o decaf. Pasa lo mismo con la lechuga, que puede ser hidropónica, orgánica o envasada. Hablemos del agua, que ahora la hay con o sin gas, saborizada, mineral, nunca del caño. ¡Actualícese consumidor/a!

En fin, el sol, el mar la arena y tú, a más de la neofilia para identificar los nuevos placeres de comidas y bebidas, cuando oí el anuncio de aterrizaje en el aeropuerto de Ezeiza. Qué me dirá Buenos Aires esta vez, pensé subida ya a un taxi. ¿Me asaltará el temor de que me cobren más por el recorrido? Ah, más sencillo sería eso del sol el mar, la hamaca y tú...el color turquesa.

No creo que sea tanto el gusto por descansar en la naturaleza, sino la necesidad de hacer una pausa a nuestra persistente desconfianza.

Imagen: Flor metálica, Buenos Aires.

jueves, noviembre 15, 2007

Licencia para evadirse

De pronto me encontré disparando fotos al guitarrista de jazz norteamericano Pat Metheny, entrevistado en un programa de film&arts. Me gustó comprobar que la cámara detenía la imagen de la tv. sin mayor distorsión. Fue en realidad una manera de poner en práctica lo que decía la escritora también norteamericana Patricia Highsmith. "Yo me dedico a crear debido al aburrimiento que me producen la realidad y la monotonía de la rutina y de los objetos que me rodean. Por tanto no me disgusta este aburrimiento que me invade de vez en cuando..."

Para la autora, la creación era como un juego. Apenas notaba cierto aburrimiento, el trabajo iba a ella. Aparecía el germen de la idea de un relato que la llevaba a sumergirse en un mundo más interesante. Su quehacer como escritora era a fin de cuentas un esfuerzo divertido.

En mi caso cubrir estas líneas funciona y con más claridad hoy, como una licencia para evadirse. Opino que habría que redimir la palabra y con las mismas ubicarla fuera del rincón de los términos mal vistos. ¿Por qué no dar también a evadir, el sentido de juego?

miércoles, noviembre 14, 2007

Un libro en el supermercado

"La sociedad oculta"(2007) de Baltazar Caravedo es el segundo libro de un autor peruano que se me ocurre comprar a la salida del supermercado. No hace mucho mi elección fue "De Mentes & Re Cuerdos" (2005) del psicólogo Roberto Lerner. Tratándose de ediciones populares la compra me resultó un extra pagable justificado además, por el atractivo de ambas temáticas. La contratapa en el caso de Caravedo, que es el libro que voy a comentar, denuncia la quiebra del sentido común en la sociedad peruana. El autor invita a subvertir dicho orden con miras a convertirnos en los verdaderos protagonistas de nuestra historia. Más abajo dice el editor que Caravedo devela los procesos subjetivos del contexto nacional y ofrece las claves para transformarlos.

Me decepcionó el lenguaje poco ágil del texto, así como su vagabundeo en los meandros de la filosofia, dígase Descartes, Kant y Hegel antes de abordar el tema del cambio social. A considerar que el índice opere como un adormecedor para una mente que termina de vérselas con la compra de verduras, pollo y detergente. Sobre todo después de subir las compras al carro, para a los minutos tener que descargarlas en el propio refrigerador. ¿Quién deja un libro así en un entorno tan cotidiano?

Con una mente menos doméstica, logré al día siguiente revisar el mencionado libro pero no obtuve mejores resultados. Señala el autor que en nuestro medio predominan la desconfianza, el cinismo y la intransigencia. Un amasijo de sentimientos que pasan por sentido común, pero que en realidad revelan baja autoestima, sensación de fracaso y frustración.

¡Vaya! La primera sección del libro (confieso que hice a un lado la posibilidad de leer las tres partes restantes) termina con una invitación a liderar la transformación social. La vía es actuar integradamente, respetar la diversidad, reconocer y premiar las buenas acciones y generar un nuevo sentido común. Frases que suman buenos deseos, pero dada la forma de expresarlas no motivan.

La mejor parte se condensa en la descripción de situaciones llenas de violencia que vivimos, las cuales parecen guiarse por la expresión: "el que puede, puede". Dice el autor: "(...) no le dieron trabajo porque es indígena; los huelguistas toman la calle y paralizan la ciudad porque su reclamo está por encima de las necesidades de otros; me paso la luz roja porque yo soy muy importante y debo llegar a una reunión (aunque esto no sea cierto); el juez me da la razón porque negocio con él, no porque la tenga; el policía no le impone una multa aunque se pasó la luz roja porque le dio una coima; el congresista presenta un proyecto de ley sin consultar con los interesados; la chica se acuesta con el profesor para aprobar de año".

Que pena que no sólo la ciudad oculta se refleje en el libro. También el descuido del autor para ignorar el tipo de lectura que puede contribuir a pensar al lector, en particular a aquel que recorre un supermercado.

Imagen: Keith Haring.

martes, noviembre 13, 2007

¿Yo señor?

Casi un alboroto causa en estos días, la publicación de dos noticias sobre "La última cena", el fresco que Leonardo da Vinci pintó en el refectorio de Santa María de la Gracia en Milán alrededor de 1498. La primera se refiere a una página web que reproduce la obra en una altísima definición y que por tal razón, ha recibido en sólo unos días millones de visitas. La segunda difunde el supuesto hallazgo de una frase musical escondida en los vívidos gestos de los apóstoles que acompañan a Jesús alrededor de la mesa. Acaban de escuchar de sus labios que uno de ellos lo traicionará. Pedro se ha inclinado hacia Juan el favorito del Maestro, para pedirle que le pregunte de quién se trata. La apariencia femenina del apóstol dio pie a las especulaciones del autor del Código Da Vinci, como lo ha hecho también la mano derecha de Pedro que detrás de Judas blande un cuchillo. ¿Se preocupa por la noticia y a la vez se prepara para cortar un pedazo de carne, o es una amenaza a quien en realidad es efectivamente Magdalena?

El tema de la música es producto de la reciente publicación del libro de Giovannni Pala "La música escondida". Sin embargo la hipótesis no estaría tan alejada de los planteamientos formulados por Leonardo en sus escritos. Al decir de Pietro Marani, académico que ha estudiado los folios de da Vinci depositados en la biblioteca del castillo de Windsor, el hombre del Renacimiento solía comparar la difusión del sonido con la de los rayos visuales.

A ojos vistas las especulaciones van y vienen en torno a las obras maestras. Es evidente que las disfrutamos porque alimentan nuestro imaginario; sin descartar que transforman en entretenida leyenda cualquier asomo de sesuda interrogación sobre el sentido de la existencia humana.

Por mi parte doy fe de que el fresco en la pared de la iglesia milanesa donde estuve hace poco, así como las imágenes de algunos textos que revisé a mi paso por Milán, son menos claras que la que ofrece www. altadefinizioni.com. Por lo mismo las he utilizado aquí, sometiéndolas incluso al doctor photoshop.

Agrego que la emoción de lograr el boleto para ver el fresco, me resultó tan intensa como la sensación de ingresar al refectorio. Allí delante de "La última cena," donde no habían más de venticinco visitantes incluída la guía, me pregunté por las afortunadas circunstancias que me habían permitido formar parte de una estadística. Desde 1999 sólo trescientas mil personas al año logran ver durante quince minutos la obra de Leonardo. Más de veinte años duró su restauración.

Si en virtud de alguna profecía hubiera sido advertida hace unos años de que estaría ante la óbra de Leonardo, habría usado en otro sentido la pregunta de la traición: ¿Yo señor?


lunes, noviembre 12, 2007

Norman Mailer, un maestro del estilo


La muerte de Norman Mailer el sábado pasado a los ochenta y cuatro años, me llevó a buscar "Los hombres duros no bailan" (1984), una novela suya que recordaba haber leído subrayando frases enteras. La narración de Mailer ofrecía como al descuido, lecciones sobre el oficio de escribir. Acabo de hojear mis notas sobre sus personajes. Por ejemplo la madre del protagonista, un escritor de cerca de cuarenta años que acaba de divorciarse y rehace su vida en una ciudad del interior de EE. UU.. El hombre se ve envuelto en el misterio de varios crímenes, mientras recuerda su vida. De su madre dice: "Estaba tan dotada de afecto que no hacía otra cosa que besarme sin cesar. (Cuando mi padre no la veía)". El padre en cambio: "Quien sabe en qué clase de nevera del corazón lo crió su madre...Mi padre nunca besaba".

De ese antagonismo de temperaturas afectivas había surgido él, un individuo que sin conseguir librarse de la adicción al trago y al cigarro, exploraba su estilo literario. En un pasaje describe los ojos de uno de los sujetos que frecuenta en la ciudad como alguien que "tenía la desconcertante costumbre de mirarte a la cara como si tú fueras la primera alma remotamente parecida a la suya que había encontrado en su vida".

En otro momento la mención de Hemingway es para recordar su consejo de no utilizar adjetivos al escribir. Reflexiona Mailer a través de su personaje: "Si yo escribo ´un hombre fuerte entró en el establecimiento´, esto solamente significa que tal hombre es fuerte en relación conmigo. Si antes no he dicho al lector cómo soy, cabe la posibilidad de que yo sea la única persona presente en el bar de un físico tan modesto que quede impresionado por la fortaleza del recién llegado. Es mucho mejor escribir: ´Entró un hombre. LLevaba bastón y por razones ignoradas, lo rompió en dos como si fuera un palillo¨. Naturalmente escribir así siempre lleva más tiempo".

Me gustar pensar que tengo presente a Mailer a través de esos seres. La madre que se hace cálida sólo a escondidas, el padre frío, el hombre que miraba con la intensidad de quien descubre un alma como la suya...Hasta me gustaría encontrármelos.

viernes, noviembre 09, 2007

Crear atmósferas



Me he quedado pensando en lo que decía Susan Sontag en su célebre ensayo sobre la fotografía. "Nadie exclama: ¡Qué feo es esto! Tengo que fotografiarlo". Esa frase afirma Sontag, tendría que ver con el hallazgo de una cierta belleza en la fealdad, dado que la cámara busca siempre embellecer el mundo. Diré que la afirmación no me convence, en cambio encuentro sentido cuando Sontag observa que hemos aprendido a vernos fotográficamente a nosotros mismos y ratifica el don de ser fotogénicos. No es ilusión que algunos humanos luzcan mejor que otros en fotografías.

Su verdadera agudeza sale a relucir sin embargo, cuando se detiene en el fotógrafo. Una imagen dice, no sólo evidencia lo que hay, sino lo que un individuo ve. No es pues, "qué buena foto" o "qué igualito o igualita que estás". Concordamos o no con el resultado de la toma, si sintonizamos con quien la hizo. Nosotros mismos como fotógrafos, podemos intuir si captamos o no al personaje o escena elegidos tal como los percibimos.

Y aquí es donde entra Ann Leibovitz, la norteamericana que a mi modo de ver tiene como mayor virtud la creación de atmósferas. Observen esta secuencia donde se ve a Meryl Streep, Lennon con Yoko Ono, y las glamorosas hermanas Collins.

Imaginemos a continuación, que Leibovitz colocaba a Gorbachov en la situación de las Collins en el afán de promover la venta de lentes, un diseño de ropa, joyas, champagne o el estilo de un coiffeur o una coiffeuse. Sino en el papel de Lennon o aludiendo a las distintas pieles de un actor/actriz. No parece encajar. En cambio, un político y un maletín con documentos, mejor si sus papeles permiten tejer una historia de suspense con el fondo del triste muro, recogen el imaginario de ese aprendizaje al que se refiere Sontag. Aprendemos a mirarnos y a mirar a los otros bajo determinados lentes.

Sin restar mérito a lo dicho, exige otro tipo de genio el mirar lo que todo el mundo ve de una manera distinta y hace un clic para difundirlo. Guardando las distancias, recuerdo que Picasso contestaba con todo desparpajo a los reclamos sobre un retrato hecho por él de la escritora Gertrude Stein. No se parece, decía la gente. No, respondía Picasso, pero ya se parecerá.

jueves, noviembre 08, 2007

Un poco de suspenso

La crónica de hoy es una mezcla de imágenes cruzadas, política, un toque de espionaje y algo del humor de un entorno publicitario. Ann Leibovitz, la fotógrafa norteamericana autora entre otras de la foto de John Lennon y Yoko Ono él abrazándola desnudo, estuvo a cargo del episodio. Quien sabe cómo se le ocurrió convocar al personaje que ven ustedes arriba, a ver si lo reconocen. Es el ex-presidente de la Unión Soviética Mijail Gorbachov en plan de promover la venta de una valija Louis Vuitton. Al parecer Leibovitz se encargó también de difundir a la prensa que el ex-mandatario había participado en la producción del comercial al decidir que se le vería sentado en el asiento posterior de un vehículo con el fondo de los restos del muro de Berlín.

Dado que en la parte de encima de la valija aparece una revista en la que con esfuerzo se lee en ruso : «Asesinato de Litvinenko: 7.000 dólares por la traición», una sagaz revista ha puesto en circulación la sospecha de que se trataría de un mensaje secreto a propósito del envenenamiento del espía ruso en Londres. Me pregunté si funcionaría de tal manera la mente de Gorbachov, como para ocurrírsele no sólo entrar al mundo del fashion, sino para idear en éste acertijos que lo pusieran en la ruta de recuperar el poder.

A continuación pensé en mi autora favorita de suspense, Patricia Highsmith y como si fuera yo su discípula decidí trasladar el comercial al formato en el que Higsmith era experta. Dije así: Mijail echó una mirada al muro y pensó en la liquidación de la Federación Rusa. ¿No había sido acaso el glasnot la medida que lo había hecho perder el poder? La luz de la luna se hizo quieta y pálida al momento en que decidió enviarle un mensaje en clave a Putin. Usaría la lámina siete del Tarot, el maestro de acción, que le haría saber al hombre del Kremlin lo que podía ocurrirle. En esencia lo que le había pasado a Litvinenko, si persistía en nombrar un sucesor tras su salida del gobierno en febrero del 2008 en lugar de convocar elecciones. En circunstancias normales no lo habría hecho, pero ahora era un modelo...

miércoles, noviembre 07, 2007

Los mundos que nos habitan

Yggdrasil, quiere decir árbol de vida y es una figura de la mitología del norte de Europa que representa el contacto entre varios mundos. Se dice que en sus raíces yace un dios que defiende a todos los universos de un dragón. He llegado a la imagen del árbol siguiéndole la pista a esta criatura fantástica que se me ha dado encontrar en varias pinturas de Paolo Ucello (1397-1475). Huxley de quien me he venido ocupando estos días, tiene algo que ver. Al mencionar a Ucello como el fabricante de un cristal que se podía identificar como la obra de arte inductora de visiones más grande que haya existido, despertó mi interés y me puse a ver sus pinturas. El renacentista representa en varios lienzos a un dragón que parece salido del actual juego de Dragon Balls. ¿Casualidad o inspiración de los creativos de juegos digitales?

En busca de información consulté "El libro de los seres imaginarios" de Borges y me sentí algo más orientada. Dice Borges que: "Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres".

Salta a la vista que la mitología moderna no hace sino recoger los temas presentes en la pintura de los grandes maestros. Basta mencionar los video juegos o algunos capítulos de Harry Potter. En cuanto al árbol de la vida, creo que al intentar poner en comunicación los mundos que nos habitan, salta siempre alguna chispa. Si ese fuego tiene que ver o no con la historia de algún dragón, es cosa que le toca decidir a cada quien.

martes, noviembre 06, 2007

Puertas en el muro

Hoy me di con la relación nada casual de Aldous Huxley (1894-1963) y William Blake (1757-1827) poeta y escritor también inglés, respecto al tema que Huxley llamaba la mente visionaria. Un logro de esa zona de la psique tan poco interesada en la acción y por lo mismo en la vida cotidiana, que el autor de "Las puertas de la percepción" descubrió gracias a la mescalina. Para Huxley este nuevo mundo mental transfiguraba toda experiencia convirtiéndola en éxtasis. El cosmos aparecía como un entretejido de armonía, belleza y misterio. Deduzco que se inspiró en un párrafo de Blake que acabo de leer: "Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna".

También crítico de arte, afirmaba Huxley que la luz de ciertos paisajes cumplían con transportarnos a las remotas regiones del divino No-Yo. Precisamente por su fulgor, recomendaba andar con cuidado. Una prolongada estadía en los paraísos de la experiencia visionaria significaba peligro. ¿La razón primordial? Antes que contemplativos, estar atareados era la ley de nuestro ser.

Podría decirse que en virtud de una confianza ajena al miedo, Huxley no vivió sino visiones bienaventuradas. Muy distintas a las alucinaciones de los esquizofrénicos a los que mencionó en otro de sus libros: "Cielo e infierno" (1956). El sufrimiento de la locura les hace rogar volver alguna vez a la tranquilizadora trivialidad de la experiencia cotidiana. A los esquizofrénicos decía Huxley, hasta el cielo les parece aterrador.

Las creencias del escritor no sólo continuaron a lo largo de su vida, en su lecho de muerte Huxley pidió a su segunda esposa que le administrara una dosis de LSD, químico que en virtud de su recorrido le inspiraba mayor simpatía que cualquier sedante. En este caso las puertas que al decir del visionario solemos buscar para aligerar el muro que habitamos, no serían de vaivén. Extraño pensar en su deseo de administrarse una psicodelia de ida no más...

Imagen: William Blake.

lunes, noviembre 05, 2007

El valor de lo cotidiano

He continuado leyendo sobre el efecto de las drogas en la psique, lo que me ha dejado con la sensación de que aquello que se ha escrito hace mucho, sigue en el aire con un nuevo ropaje. Aldous Huxley (1894-1963) publicó en 1954 "Las puertas de la percepción", un libro basado en su consumo de mescalina en condiciones controladas. El escritor ingirió menos de un gramo de la sustancia, con todo el deseo de hacer de conejillo de Indias para un investigador californiano que anotaba sus sensaciones.

Salido de la experiencia y al reflexionar sobre ésta, Huxley suscribió una particular teoría sobre el sistema nervioso del género humano. Afirmó que estábamos potencialmente dotados para recordar todo lo vivido e incluso para percibir lo que ocurría en cualquier parte del universo. Sin embargo, si eso hubiera pasado con el hombre desde sus inicios, sólo habría logrado ser abrumado por una masa de información no necesariamente útil. Es más, su inteligencia libre lo habría hecho desaparecer del planeta como especie.

Fue ante la necesidad de sobrevivir biológicamente, que el sistema nervioso comenzó a actuar como una válvula reducidora. Limitó la conciencia humana con la ayuda del lenguaje que confirmó este estrechamiento. Basta pensar que cada quien toma los conceptos que adquiere a través de las palabras como cosas reales, es decir como "su" mundo. Sin negar que algunos individuos logran hacer trampa a la susodicha válvula y hasta parecen dotados de una extra.

El caso es que con la mescalina el usuario vuelve a la situación de aguzamiento original. La droga potencia el efecto de una sustancia que en dosis más pequeñas tenemos en el cerebro. Sucede lamentablemente, que la posibilidad de participar de la gloria de las cosas en palabras de Huxley, no deja sitio para las cosas ordinarias de la vida, ni para el interés por los demás. El consumidor se convierte en un ser ajeno.

Como para valorar la cotidianeidad, ¿no?

Imagen: Eduardo Tokeshi.

viernes, noviembre 02, 2007

Miserable milagro

Me quedé pasmada con un informe de National Geographic en la TV. sobre la metaanfetamina, una droga que combina la potencia de la cocaína y el poder alucinógeno del LSD. El reportaje daba cuenta del incremento de la sensación de placer que produce la sustancia debido a la liberación de dopamina en el cerebro. El consumidor experimenta una altísima sensación de autoconfianza y la agudización de su percepción. Hay secuela por supuesto y devastadora. El químico abre paso a la psicosis y a un deterioro físico que se hace visible en la caída de los dientes y en las escaras que se producen en la piel. El consumidor siente un picor que lo hace no dejar de rascarse. Así y todo, el consumo aumentó este 2007.

En Bangkok la metaanfetamina es conocida como Yaba, la droga loca. Al decir de los tailandeses entrevistados, el consumo de Yaba está asociado a una resistencia física extraordinaria, al punto que hay quienes trabajan dos días seguidos para obtener mayores ingresos. Trabajo se considera aquí tanto el del pintor de paredes como el de la prostituta, mujeres que vienen de los alrededores de Bangkok y necesitan enviar los recursos que obtienen en la capital a sus familias.

En cualquier caso, sea para experimentar placer o una suerte de invulnerabilidad frente al cansancio y en general frente a las debilidades humanas, asocié el tema a la conducta de todo agresor. La personalidad que forja el adicto me recordó en primer lugar a la del joven catalán al que me refería ayer. A continuación sin embargo, lo relacioné con el deseo de trabajar, acaso de crear y dar nacimiento a la propia obra, motivado malamente por el afán de obtener el mayor rendimiento.

Luego recordé el nombre de Henri Michaux (1899-1984), autor belga nacionalizado francés que se dedicó a a explorar en sí mismo el consumo de drogas. "El miserable milagro" es el título de uno de sus libros, dedicado a la mescalina. El párrafo a continuación es más bien de "Las grandes pruebas del espíritu".

Al igual que el cuerpo (sus órganos y funciones) fue principalmente conocido y desvelado, no gracias a las proezas de los fuertes, sino gracias a los conflictos de los débiles, de los enfermos, de los tarados, de los heridos (puesto que la salud es silenciosa y fuente de esa impresión inmensamente errónea de que todo es miel sobre hojuelas), así también las perturbaciones del espíritu y sus disfuncionamientos serán mis maestros. Más que el demasiado excelente «saber pensar» de los metafísicos, lo que verdaderamente está llamado a «descubrirnos» son las demencias, los retrasamientos, los delirios, los éxtasis y agonías, el «ya no saber pensar».

Imagen: Jennifer Bartlet

jueves, noviembre 01, 2007

DesOkupa

La española Rosa Montero llama a pensar en la pasividad del joven al que le tocó ser testigo del ataque del catalán a la ecuatoriana en el tren de ruta en Barcelona. Ve un indicio de que el chico fuera también un migrante en el tono oscuro de su tez, tal como lo muestra la pantalla y se pregunta si no sería esa la razón de que no dijera ni mús. Admite sin embargo, que el skin head alto y fornido asustaría a cualquiera y que nadie debiera sentirse del todo seguro para afirmar que hubiera sido solidario ante un hecho de tal magnitud. Su invocación final me resulta curiosa. Ojalá no nos toque encontrarnos con alguien que quien sabe debido a qué motivos personales actúa con tal barbarie frente al prójimo. Nos podría poner en evidencia.

Manuel Morales de Val también español, llama en cambio a reflexión sobre el hecho como un sentir grupal. Considera que ese tipo de agresión todavía un fenómeno poco conocido, comienza a cobrar auge entre jóvenes catalanes y vascos que defienden su singularidad étnica y cultural. Lo suyo es reclamar el derecho a ser sólo ellos los que habiten su territorio, reivindicación que sorprendemente asocian a la defensa del ecologismo y la antiglobalización. Se agitan en esas aguas al decir de Morales de Val, una cerrada defensa a la raza blanca heredera del nazismo más puro, a la vez que la exaltación romántica de la vida del Che Guevara. Estamos en suma ante un surtido coktail ideológico cuyos ingredientes principales son el izquierdismo y el anarquismo.

Me viene a la cabeza el término Okupa nacido en España hace unas décadas para identificar el derecho de tomar posesión de viviendas abandonadas. Los medios comenzaron a referirse al Movimiento Okupa cada vez que se producía la apropiación de un edificio deshabitado con la intención de usarlo como vivienda o lugar de reunión. Lejos de autoidentificar el hecho como un delito, los okupas querían ver en su acción un acto reivindicativo de evidente raigambre anarquista. No era justo que un sistema aceptara propietarios que no poseían en realidad sus propiedades, la prueba es que las dejaban de lado; y que hubiera en cambio otros que no tenían sino la ruta de la hipoteca para conseguir una vivienda o local.

Me pregunto si es lo que ocurre con tantos jóvenes que no encuentran en ellos sino violencia para sentirse a sí mismos y dar a entender a otros que tienen un lugar en la sociedad. Como si en sus años tempranos no hubieran sido habitados por quienes los criaron y por su entorno, resuelven echar mano a los impulsos más primitivos para "okuparse". Nada puede ser más doloroso que el vacío, de allí el fervor de la okupassion.

Desokuparse es correr el riesgo de experimentar un dolor muy intenso, pero también el camino de poblar nuestro interior con más Eros que Tanatos. Se puede.

Imagen: Anish Kapoor.