domingo, noviembre 04, 2012

Varios años después...(dos). 

La tendencia de las Artes y las Letras contemporáneas ha sido hasta hace unas décadas, ensalzar el lado oscuro de la vida. Escritores de la talla de Sartre, Camus, Becket, Unamuno, Cioran y Saramago celebraron el pesimismo porque a su entender hacía ver la realidad tal como era. A su juicio, el optimismo engañaba (Avia y Vásquez, 1998). Una versión anterior la ofrece Marcel Proust que hizo de las flaquezas virtud al sostener que ´la dicha es saludable para el cuerpo, pero la infelicidad desarrolla las fuerzas de la mente´ (Kesebir y Diener, 2008). No es poco usual en este sentido, que los escritores y sus personajes hayan asociado malestar a sentido poético y hasta a inteligencia. En ´La felicidad ja ja´ (1974) Bryce Echenique describe el pesar como un sentimiento corriente entre los jóvenes: ´Nos unía el malestar, los momentos en que ya no podíamos más,  pero nos separaba un secreto que algún día me iba a confesar para ver si yo era digno de ella, de estar simplemente a su lado. Nicole había llamado a la muerte, se le había acercado mediante una real tentativa de suicidio´.
En esta dinámica, que en su lado extremo evoca a Hegesias (300 a.c.) - el filósofo de Alejandría recomendaba a sus discípulos la muerte ante la imposibilidad de librarse del sin sentido (Kesebir y Diener, 2008)-, la constante ha sido descartar la felicidad. Transigir, pero sin la aspiración a ser feliz. Si alguien se atrevía a ir a contracorriente debía disculparse. Avia y Vásquez (1998) hacen notar que en ´Oda al día feliz´ Pablo Neruda transmite ´un sentimiento casi vergonzante de estar contento con la vida´. Añádase que en el mundo de la cultura la agudeza atribuida a los pesimistas ha sido el argumento central contra la felicidad. Y es que ´para muchos ceñudos analistas, sentirse feliz  equivale a un estado de dejación de la introspección y del análisis lúcido de la realidad, estado solo posible gracias a un adormecimiento de la conciencia y del análisis crítico´ (Avia y Vásquez,  1998). Es justo decir, que se ha sumado a esta tendencia el sentido común. Su manifestación más clara se hace presente en la confianza de que nada malo sucederá. ´Desde nuestra más  temprana edad nos han condicionado para que creamos que un destino benigno cuidará de nosotros´ (Csikszentmihalyi, 1990). 
La Psicología Positiva, movimiento nacido en EE.UU. (1998), que recoge reflexiones sobre la felicidad de la tradición occidental y consideraciones que provienen de Oriente (Csiksentmihalyi, 1990), ofrece una perspectiva distinta. A la luz de sus investigaciones (Csikszentmihalyi 1990, Seligman 2002; Heidt, 2006; Lyubormisky 2008; Fredrickson 2009;  Pfeifer y colaboradores 2010 en Engeser ed, 2012), es posible asumir la responsabilidad de la construcción de una vida con sentido y disfrutar de  ella: ´La psicología puede ayudarnos a responder a la pregunta: siendo como somos, con todos nuestros errores y represiones, ¿qué podemos hacemos para mejorar nuestro futuro?´ (Csikszentmihalyi, 1990).

Imagen: Nicolás Lamas.