viernes, diciembre 10, 2010

La vista revista

Miranda la pequeña hija de Marisa, ronronea en la cocina. La-la-laaa. Sus onomatopeyas se estrellan contra las paredes, como si se tratara de un género todavía no creado de comercial de pañales. Cosa de ponerla  en contacto con un jinglerito y toda su parafernalia: Micros, piano, la grabadora de efectos. Es fácil imaginar a Miranda usando sus cuerdas vocales. ¡Gente!, ha nacido una criatura tempranamente geek que está a punto de abrir su fotolog. Hablando del tema blog, tanto tiempo alejada del teclado y tan sólo volver aquí no quiero pensar en la muerte del ídem. Digo entonces, que la ficción sería como una tela de araña atada a la vida con un lazo grácil, pero firme en las cuatro esquinas. Decía VW, la escritora cuyas iniciales coinciden con la marca de carro, que cuando la tela se estiraba o se enganchaba de costado, se rasgaba exactamente al medio. Entonces recordábamos que dicha tela no estaba hecha en el aire por alguien incorpóreo. En sentido contrario, nos venía a la cabeza que las ficciones literarias eran hechas por humanos que sufren atados a cosas groseramente materiales como la salud y el dinero y las casas en que vivimos. Quien sabe el Nobel de VLL sea algo de eso. Quien sabe no.