Dos personas de diferentes edades mundos y quehaceres, aunque ambas del sexo masculino, me preguntaron esta semana: ¿y cómo va tu blog, Lichi? Me tocó reconocer que lo tenía colgado, pero en el sentido de ausente del mundo virtual. ¿No va más? Diré que tomo nota de algunos cambios. Investigo en torno a la comunicación social, un curso del que me encargo este semestre en la universidad. ¡Y vaya con el feed back!
Hablando sobre la relación de los estudiantes de psicología con los aparatos, me di con una chica que durante su etapa del colegio se había acostumbrado a hablar con su mamá por el celular. La señora trabajaba fuera de casa, así que el teléfono se convirtió en la manera en que la mujer acompañaba a su hija desde la oficina. La imaginé como una activista, tal como la progenitora de Homero Simpson. El personaje combatía por causas antinucleares que le demandaban todo su tiempo. En consecuencia, la criatura crecía con una atención limitada.
Para mi estudiante, los afectos y la supervisión fueron una provisión auditiva. El amor materno le llegaba por la oreja. . Sucede ahora, que cuentan ambas con mayor disponibilidad, se les hace difícil una relación cara a cara. Me acostumbré de otra manera, dice la chica a sus veinte y pocos años. Me hizo recordar las futuristas líneas de una novela, donde Uncumber, la protagonista, se relaciona con el mundo a través de cables.
Otro estudiante, se refirió a la confianza de las conversaciones virtuales. Le había sucedido con varios compañeros, hombres y mujeres con los cuales había compartido cursos en Estudios Generales. Tras haber chateado durante un período, al encontrárselos en carne y hueso, la comunicación no iba. Es como si no hubiera nada qué decir. Mmm...
¿Y aquí en el blog si hay todo por decir?, ¿y quiénes son ustedes? Me pregunto cuál es el lugar de lo que se llamaba antes, la vida real.
Hablando sobre la relación de los estudiantes de psicología con los aparatos, me di con una chica que durante su etapa del colegio se había acostumbrado a hablar con su mamá por el celular. La señora trabajaba fuera de casa, así que el teléfono se convirtió en la manera en que la mujer acompañaba a su hija desde la oficina. La imaginé como una activista, tal como la progenitora de Homero Simpson. El personaje combatía por causas antinucleares que le demandaban todo su tiempo. En consecuencia, la criatura crecía con una atención limitada.
Para mi estudiante, los afectos y la supervisión fueron una provisión auditiva. El amor materno le llegaba por la oreja. . Sucede ahora, que cuentan ambas con mayor disponibilidad, se les hace difícil una relación cara a cara. Me acostumbré de otra manera, dice la chica a sus veinte y pocos años. Me hizo recordar las futuristas líneas de una novela, donde Uncumber, la protagonista, se relaciona con el mundo a través de cables.
Otro estudiante, se refirió a la confianza de las conversaciones virtuales. Le había sucedido con varios compañeros, hombres y mujeres con los cuales había compartido cursos en Estudios Generales. Tras haber chateado durante un período, al encontrárselos en carne y hueso, la comunicación no iba. Es como si no hubiera nada qué decir. Mmm...
¿Y aquí en el blog si hay todo por decir?, ¿y quiénes son ustedes? Me pregunto cuál es el lugar de lo que se llamaba antes, la vida real.
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