La mujer ha recibido al mismo tiempo las dos noticias. Está embarazada y debe guardar reposo. El médico de un servicio público de salud le ha dicho que sus dolores en la parte baja de la espalda indican que debe permanecer en cama. Si hace pocos meses ha tenido una pérdida con más razón. La veo llorar como si un torbellino de ideas la agitara. Es probable que se vea tumbada en la cama sin percibir el sueldo que necesita para vivir. ¿Le habrá tocado un médico alarmista? Trato de calmarla instándola a ver un especialista de mi confianza. Un profesional capaz de auscultar a sus pacientes sin olvidar que el trato requiere una comunicación en regla. Cálida sobre todo. Lo confirmo cuando la mujer vuelve de la consulta. Sus ojos brillan al contarme que el doctor le ha dicho que es todavía pronto para saber si su embarazo es o no de alto riesgo y que le ha recomendado que haga su vida normal. Nada de saltos ni de cargar pesos, pero la vida de todos los días. Le ha informado además, que el seguro de una trabajadora del hogar cubre los gastos en caso tenga que dejar de trabajar, y que ella está asegurada. Por cierto la felicitó por la nueva vida en sus entrañas y le expresó muy sencillamente una ley natural. Si el embrión está bien instalado el embarazo seguirá su curso normal y si no, se interrumpirá. No se conserva una gestación desde una fecha tan temprana sometiéndose a la inmovilidad. En suma, lo que está por vivir vive. La confianza que refleja ahora el rostro de la mujer da cuenta del valor de unas palabras justas. Hasta los dolores en la espalda le han disminuído.
Imagen: Cirenaica Moreira.
1 comentario:
Disfruto leerte, me gusta encontrar rincones ricos de arte!
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