miércoles, octubre 31, 2007

Una experiencia revitalizadora

Una vista del escenario donde se llevó a cabo el Seminario para transformar la propia vida y la institución de pertenencia, llevado a cabo por Innovacción. Si siguieron ustedes las crónicas que le dediqué a esta valiosa experiencia los tres días pasados, comprenderán que haya vuelto a casa tan conmovida como agotada. Uno de los puntos claves del encuentro ha sido correr el riesgo de enterarse cómo lo percibe el grupo. De qué manera lo impacta uno y cómo puede ser impactado por los otros. Cada quien decide que hacer con el sentimiento que le produce tal descubrimiento.

martes, octubre 30, 2007

En el camino


¿Qué hacer entre las once y media de la mañana y las cuatro de la tarde? El receso de ayer en el Seminario al que estoy asistiendo, de hecho bastante más prolongado que cualquier otro que hubiéramos tenido antes, me movió a buscar una manera distinta de aprovechar el tiempo. A todas luces quería hacer una pausa al encuentro humano, al menos en lo que a los participantes de la experiencia grupal se trataba. Mmm... resolví coger las llaves del carro y salir de los predios del hotel. Hasta el tuétano banal, quería encontrar a alguien que me limpiara el carro sirviéndome de pretexto la respuesta que me había dado temprano un empleado del establecimiento. Ellos no brindaban ese servicio. ¿Y de cuando acá me volvía yo tan prolija en materia automotriz? La imagen que me venía a la cabeza era sin embargo, la de mi check out mañana y el traslado a Lima en un vehículo empolvado.

Ya en la playa de estacionamiento del hotel, corroboré que el vehículo parecía efectivamente haber subido y bajado montañas, atravesado ríos y, a juzgar por las hojas posadas en la luna delantera, haber estado sometido a un viento muy fuerte. Ran ran ran, prendí el motor y enrumbé al pueblo dándome conque no había nadie aparente para la tarea. Me dirigí entonces hacia la carretera. ¿Hasta donde iba yo a alejarme en tan peculiar búsqueda?

Felizmente no mucho. Sin haberlo pensado, conducí unos kilómetros más allá hasta el club al que soy asidua y conseguí que me limpiaran el carro. En el entretanto me entretuve tomando una bebida y mirando el paisaje.

No fueron sólo los árboles. Hurgué en mis sentimientos para acercarme a los motivos de la casi extravagancia que me había impuesto: Salir en busca de un limpiador de carros. Reparé así que no quería mostrar a través de las huellas del polvo en el carro, ni a los otros ni a mí, el aspecto de quien regresa de un Safari. La palabra de procedencia bantú que en un sentido se refiere a la caza fotográfica de animales en parques y reservas del continente africano, apareció con naturalidad en mi vocabulario.

Si he tomado fotos de un parque humano me dije, en las que con un clic particular me he incluído yo misma, quiero que ocurra lo que pasaba antes de entrar al mercado la cámara digital. Que mi experiencia vaya al laboratorio, para tras el proceso de revelado enterarme recién de qué manera les hago un lugar en el camino. No hay apuro.

Imagen: Francesco Clemente.

lunes, octubre 29, 2007

El planeta interior

Hay "Yoes" de todos los tipos. Autosuficientes, huidizos, temerosos, vanos, empecinados, bien amados, auto vapuleados, oxigenados, mínimos, vehementes, anquilosados y hasta hipertróficos. Unos son fijos, decididos a no ceder ni un milímetro de lo que han logrado hasta el momento, y otros plegables. A caballo entre la voluntad de mantener su fidelidad a sí mismos y la disposición al cambio. ¿Se puede remodelar un Yo? Hay indicios para decir que si y la experiencia grupal en un formato por completo inusual puede ser el camino.
Como les contaba el viernes, los conductores del Seminario en el que me encuentro hincan el "Yo" alejándolo de su zona confortable. Se trata de "experienciar", como se dice por aquí, situaciones que hemos venido sea descartando, sea soportando, sin atinar a hacerles frente. Tan sólo afinar el oído a lo que sentimos de manera inconciente, salen a relucir las turbulencias o carencias que nos habitan. Uno advierte entonces, que puede hacer más de lo que venía haciendo para librarse de áreas enteras de intolerancia e impaciencia.

Qué bueno caer en cuenta de que algunas fórmulas del encuentro con uno mismo y con los demás reclamaban una transformación. El paso siguiente es entrar a la dinámica de agenciarse nuevos recursos. Un gesto válido aún para los "Yoes" que enamoran a primera vista. Todo humano puede agregar intensidad a sus maneras. Por un lado se trata de modular el ritmo vuelto hacia la adquisición de bienes y distinciones. Por el otro, de valorar no sólo los fines y las metas a las que nos volcamos, sino el proceso que nos conduce a ellos.

Quizás lo más destacable sea reconocer que no vivimos aislados y que un capítulo fundamental de nuestra transformación es el Otro, ese humano que tenemos al frente y que tiene una mirada que en mucho no coincide con la nuestra.

El planeta interior debe sentir confianza para decidir salirse de su órbita y ensayar maneras más vivas. El Seminario intenta proyectar un rayo de luz para hacernos notar que es posible enriquecer y tanto, nuestro sentimiento de estar vivos.

La transformación hilvana la vida.

Imagen : Francesco Clemente.