Que la promoción de uno de los iconos del gran arte, haya logrado tal aceptación entre el gran público ¿es una razón para alegrarse? El tema me hace recordar las observaciones de Robert Hugues de hace más de veinte años. El crítico de origen australiano decía entonces que la motivación para ver el trabajo de Van Gogh en el Metropolitan Museum también de Nueva York, debía considerarse más un fenómeno social que el despertar de la mirada en pos de una obra plástica. A su juicio, el que la gente se arremolinara frente a los cuadros de un artista considerado a fin de cuentas, un santo secular revelaba la "insondable paradoja de ir al museo" ¿Cuál era ésta? Aquella que hacía posible que el arte famoso lograra ser tapado por el tamaño de su propio gran público.
Ya ya, circulen por favor, que la colorida oscuridad debe ser para todos...
Imagen: Exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
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