Como si sólo algunos debieran decirlo todo, Mario Vargas Llosa, escritor, ex candidato presidencial y no hace mucho actor de teatro, salió a la palestra este fin de semana para referirse a los dos posibles candidatos que llevan las de ganar en los tempranos sondeos de las elecciones presidenciales del 2011. A lamentar que no se diera cuenta de que repetía antiguos errores políticos. Dijo que no creía que la ceguera de una mayoría de votantes pudiera llegar a poner al Perú en una pésima disyuntiva electoral. Eligió para identificarlos dos enfermedades, cada una peor que la otra, y con ello puso el toque feroz que suele dar carnecita a los medios. Estaría yo de acuerdo en un auto- examen en materia de méritos literarios antes de formular una objeción a quien parece reunirlos todos. Como no es el tema, voy a trasladarlos a los años noventa. Acaban de conocerse los resultados de la primera vuelta electoral cuando V. LL. muy movido por la sorpresa de no haber resultado vencedor, asegura que no habrá segunda vuelta. Confiaba en un arreglo previo o en caso contrario, en la claridad de visión, es decir en una visión réplica de la suya, de quienes entre su persona y su competidor, el tsunami Fujimori, no tendrían dónde perderse. Como se sabe, el país se quedó sin el por entonces omnipotente y hoy omnipresente personaje. No hay por qué desatender que las encuestas electorales sirven a los medios para atraer la atención del lector. Crean una agenda gracias a la cual, sino hablas del tema no eres. Si un escritor culto de cara al mercado, las comenta con estos vituperios hay que recordarle que ya nos hizo beber de lo mismo y no resultó. Y, ¿no es acaso con argumentos ponderados que debe darse la confrontación entre quienes disputan el liderazgo de un sistema democrático que él mismo defiende? Hay que ponerse buenito, y ojalá que autocrítico. Crear un clima de ideas, acaso inquietar con razones, educar, siguen siendo acciones a las que alguien culto podría dedicarse en estas tierras. Para malas maneras, sólo la canción de Santana.
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