martes, agosto 29, 2006

Arte a la deriva

No sé si leyeron uds. la nota en los medios sobre la intención de la irlandesa Kira O’Reilly. Presentarse desnuda en una galería británica para acariciar a un cerdo recién sacrificado en el matadero. La invitación al público era sólo diez minutos por espectador, aunque la artista pensaba reposar con el animal unas cuatro horas. Quizás introducirse en su cuerpo para “sentir su sangre tibia”.

El mal gusto de O´Reilly me ha hecho recordar las actitudes de algunos artistas a lo largo del siglo XX. La ocurrencia de Salvador Dalí para dar a entender que navegaba en el inconciente. Al dar una charla sobre el psicoanálisis se enfundó en una escafandra de buzo, pero el traje se atascó y estuvo a punto de morir asfixiado. A nadie se le ocurrió ayudarlo creyendo que era otra de las suyas.

El "Divino" Dalí

En los años sesenta, las actuaciones más singulares fueron quizás, las del italiano Piero Manzoni que vendió su “Merda d´artista” a la cotización del oro y la del francés Yves Klein que negoció “vacío" con su firma.

Las habilidades de Joseph Beuys para promocionarse completan mi breve recuento. Tras anunciar su exposición "I like America. America likes me" en una galería de Manhattan, el escultor alemán aterrizó en Nueva York un día de mayo de 1974. El "happening" comenzó con su salida del avión en camilla, rumbo a la ambulancia que lo esperaba en la puerta del John F. Kennedy y continuó con un encierro de seis días en la mencionada galería.

Acompañaba a Beuys un coyote que representaba a America libre. El artista le hablaba mientras miraba de reojo los cincuenta ejemplares del Wall Street Journal que había pedido le hicieran llegar diariamente y que nunca leyó.

Beuys volvió a su patria del mismo modo en que había llegado. Sin pisar propiamente suelo americano, seguramente satisfecho del contacto con el público que lo veía desde la ventana de la sala de arte...

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