Otra vez en el Atlántico. Qué bueno que las tres horas y media en el aire se pasaron volando y cómo no iba a ser, si en la tarde de ayer tomé un avión y aterricé en Buenos Aires. Había elegido para la ocasión una novela de Lobo Antunes un tanto enmarañada pero poética por uno de sus personajes. Un hombre que creía firmemente que Carlos Gardel no había llegado a morir como se decía. Ay, no había reparado yo en que se trataba de un accidente de avión, así que tan sólo notarlo cerré el lomo amarillo del libro y prendí la tele (en una de esas podía revivir mi antigua fobia al transporte aéreo). Elegí una comedia norteamericana de la programación del vuelo para enseguida alejada ya por completo de Lobo Antunes, pegarle una mirada a la revista que suele entretener al pasajero con lo que sus editores consideran la última.
Infaltable la nota sobre el pedazo de paraíso que se dice soñamos incorporar a la agenda anual. Una combinación perfecta de lugares históricos, sol, mar y fiestas. Se trata si no, de practicar el arte de no hacer nada. La imagen sugerida es una hamaca con la garantía de que mientras uno se mece, pequeños tumbos marinos vendrán a desovillarse en la orilla. Agréguense los matices azul turquesa en el horizonte que cumplirán como sedantes en un ambiente de lujo y voluptuosidad, ni más ni menos que como reza el titulo de una pintura de Matisse.
Otro artículo y digan ustedes si encuentran suculento el tema de las nuevas clasificaciones. Iniciado el siglo XXI no basta decir un café. Hay que agregar ; frappuccino moca, caramelo o decaf. Pasa lo mismo con la lechuga, que puede ser hidropónica, orgánica o envasada. Hablemos del agua, que ahora la hay con o sin gas, saborizada, mineral, nunca del caño. ¡Actualícese consumidor/a!
En fin, el sol, el mar la arena y tú, a más de la neofilia para identificar los nuevos placeres de comidas y bebidas, cuando oí el anuncio de aterrizaje en el aeropuerto de Ezeiza. Qué me dirá Buenos Aires esta vez, pensé subida ya a un taxi. ¿Me asaltará el temor de que me cobren más por el recorrido? Ah, más sencillo sería eso del sol el mar, la hamaca y tú...el color turquesa.
No creo que sea tanto el gusto por descansar en la naturaleza, sino la necesidad de hacer una pausa a nuestra persistente desconfianza.
Imagen: Flor metálica, Buenos Aires.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario