Marta Zatonyi, autora de una antología sobre la estética, se refiere a la vigencia de Sherezade. Dice que la obra nos enseña sobre nosotros mismos, criaturas humanas que cuando nos ponemos en plan de creación debemos conservar la curiosidad para el día siguiente. Nos anima entonces en sus palabras, "el anhelo de aquello que no tenemos, de aquello que no sabemos".
Me seduce la agudeza de Zatonyi, hechicera también a su modo como Sherezade cuando recuerda la felicidad que nos produce descubrir algo desconocido. Incluso "el placer de no entender y de tener la plena convicción de que vale la pena pelear por penetrar en las profundidades".
Constatamos que a veces toca experimentar dolor. Resulta que aquello en lo que creíamos con fervor ha perdido sentido y que lo que llega para reemplazarlo, antes que una idea acabada y salvadora, no es sino una incertidumbre. Para Zatonyi confiar en el lado poético de la existencia es una ayuda para tomar eso que viene como una bella incertidumbre.
Habría que confiar además digo yo, en que un cuento trae otro cuento.
Imagen: Richard Lindner
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