Me trae a la memoria a una paciente a quien entrevisté en mis años de estudiante de psicología. Le atormentaba la infancia que había vivido, en particular la violencia de su padre y cómo solía expresarla en el momento previo a cualquier foto familiar. La perspectiva de salir retratado significaba para el hombre una tensión insoportable que trataba de digerir impartiendo órdenes sobre el comportamiento de cada una de sus hijas e incluso de su esposa. El clic debía reunir a su familia en la actitud que su fantasía se lo exigía.
Para Xiaogang, la denuncia sobre la falsedad del momento se materializa en el color o en las manchas que agrega a los rostros de sus retratados. El pintor que creció en los tiempos de la Revolución Cultural, se interesa además en el modo en que una generación transmite a la otra sus anhelos. De seguro que la tarea de quien decide forjarse una psique propia, es tomar conciencia de las huellas que quisieron dejar en nosotros quienes nos precedieron. Se trata de hacerlas propias o de hacer también que como la espuma, se diluyan en la atmósfera.
Cuesta, vaya que sí, tanto como ahora los cuadros de Xiaogang. ¿Será que saber que delatan motiva a los coleccionistas?
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