

Poco me decían las tonadas del grupo ABBA a mediados de los setenta. En cambio Muriel, la australiana admiradora de los suecos que protagonizó la película del mismo nombre en 1994 (`Las bodas de Muriel`) me sedujo con `Dancing Queens`. En realidad logré una dicha pop bastante tibia, si la comparo con el comentario que acabo de encontrar en un blog. Se ve que el efecto del revival desatado por el estreno de `Mamma mìa` fue fulminante para quien bastó que el tema de la reina del baile comenzara a sonar en los parlantes de un bar donde se encontraba para que sintiera dice, “como si se me abrieran las carnes y una fuerza centrífuga me arrastrara hasta mi más tierna adolescencia en apenas unos segundos”. El narrador prosigue con información de interés sobre el “megahit que el grupazo interpretó en la tele de su país el 18 de junio de 1976, la víspera de la boda de su joven rey Carlos Gustavo XVI con la azafata germano brasileña Sylvia Sommerlath. Una canción dedicada ex profeso a la pareja, y que, paradójicamente, es la copla de todos los tiempos favorita de los australianos, lo que explica fenómenos cinematográficos procedentes de las antípodas de la talla de 'Las aventuras de Priscilla, reina del desierto' o la genial 'La boda de Muriel'.
Vaya, por la época de ABBA andaba yo en mi veintena, como lo están ahora mis dos hijos. Fue con uno de ellos que vì este fin de semana ´Mamma mìa´ en DVD, con el efecto de resultar enganchados hasta con las letras de las canciones. Tuve que hacer de guía en materia de algunas precisiones cronológicas, pero en lo demás nos pronunciamos de igual a igual sobre la interpretación de Meryl Streep: ¡Sensacional!
´Mam

Producción y realización se combinan para lograr una película entretenida y llena de vida. En particular, ya que hablo de movimiento, la coreografía de Anthony Vaan Last. Curioso que la productora haya dado a entender que la historia existía invisible detrás de las letras de las canciones desde siempre. Considero su declaración un gesto romántico. Á mi modo de ver, la posibilidad de resignificar lo dado, en el sentido de ofrecer nuevas lecturas, es precisamente, una de las prerrogativas del arte.

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