viernes, septiembre 08, 2006

La tenacidad de una performer

Marina Abramovic sacude al espectador. Veo imágenes de su trabajo en un libro dedicado al body art y me pregunto cómo habrá hecho para mantener ese interés a lo largo de su vida. La ex yugoeslava diré, no sé cuál de los estados autónomos es actualmente su patria, tiene sesenta años.

Hablando del arte del cuerpo, les recuerdo a uds. que nació en los años sesenta y floreció en los setenta. Convocó a decenas de creadores que decidieron experimentar el malestar de la civilización en carne propia. Los artistas se auto castigaban o se convertían en objetos de violencia. En este caso, el agresor era el público presente en la perfomance.

Una noche de 1974, Abramovic colocó sobre la mesa de una galería de arte en Italia, una sierra, un peine, un látigo, un lápiz de labios, una bala, una pistola, aceite de oliva, un frasco de perfume…Sumaban setenta y dos los objetos que los asistentes a su convocatoria podían usar contra ella. Pasadas seis horas, la misma Abramovic untada de aceite, pintada, con las ropas rasgadas y habiendo sido encañonada por el arma de fuego, daba por terminada su interacción con el público.

En los ochenta se colocó frente a su pareja y colaborador el artista alemán Ulay. Ambos tenían micrófonos en el pecho a la altura del corazón. La intención era escuchar la aceleración de sus ritmos cardiacos cuando él tensara el arco y apuntara la flecha directamente contra ella.

Abramovic se ha presentado en Nápoles ahora último vestida con un traje que la hace verse como un esqueleto. Dirige un grupo de niños y niñas que entonan con desgano una melodía que se refiere a la unidad mundial.

Una actitud manifiestamente irónica de la artista que se ha tomado la vida muy en serio. Su obra "The Great Wall Walk"(1988), escenificó el final de sus relaciones de pareja con Ulay. Ambos iniciaron el recorrido de la Muralla China desde puntos opuestos y al encontrarse en un punto intermedio se dijeron adiós.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si bien desde la aparición del arte corporal el ser humano es parte de su misma creación, no solo en colores y materiales, sino también en cuanto a lo que desea expresar, no comparto el gusto por las emociones fuertes como el trabajo presentado por Marina Abramovic, su arte es apreciado por muchas otras personas, pero creo que hay diferentes maneras de expresar lo que uno desea, y sin la necesidad de que todo tenga un punto de tragedia.
Jimena Yanés