Me llena de desazón el relato de un estudiante de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, sobre las penurias de su regreso a casa al atravesar el Cercado de Lima. La congestión vehicular producida por un semáforo de la avenida Alfonso Ugarte lo convierte diariamente en potencial víctima de un asalto.
La modalidad de los delincuentes es de pesadilla. A vista y paciencia de los transeúntes y a plena luz del día, cuatro sujetos pegan sus narices a las lunas del carro. Es un primer contacto con el temple del conductor o conductora a quien logran erizarle los pelos, y una manera de evaluar la seguridad del vehículo. Si una puerta puede forzarse entonces adiós lentes, aretes, reloj, celular o hasta zapatillas del conductor, sino la radio del panel frontal. En caso no funcione, el hecho es amedrentar y un siga no más.
Reaccionar con indignación, hacer un gesto con las manos, o lanzar algún insulto, provoca un plus:Los maleantes golpean y patean el vehículo. Lo mejor me dice mi informante, es ignorarlos sin mostrar miedo o presumir de valiente. Antes de llegar al cruce del semáforo hay que despojarse queda claro, de cualquier bien apetecible para los voraces amigos de lo ajeno.
Retrata el rostro feo de Lima y la pobre atención de las autoridades de transporte en materia de la salud no sólo física, sino psíquica de la población. Vivimos un tiempo de espera en materia de acciones concretas del sector transportes y de la policía del gobierno que se inició en julio pasado.
Los Angeles
La ciudad del oeste norteamericano capital del estado de California, no será un oasis ni mucho menos, pero una medida de su autoridad de transporte como la exhibición de fotografías en las estaciones de metro hace evidente un segundo nivel de preocupaciones tras solucionar la seguridad en los espacios públicos: ¿Cómo acercar la vida cotidiana a la representación artística?
El plan del Metro Art de los Angeles incluye rotar los escaparates donde se exhiben las fotos ganadoras de un concurso en el que se presentaron más de ciento cincuenta artistas.
Dos de los artistas expositores, Walter Martin y Paloma Muñoz, de nacionalidad estadounidense y española, muestran a través de la escultura y la fotografía viajeros que con su ropa habitual se trasladan en medio de un paisaje muy frío. Su destino parece desconocido.
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