viernes, diciembre 08, 2006

La magia de las proporciones


¿Qué tienen las esculturas de Ron Mueck para sobrecogernos? Seguro que algo más que la maestría de su oficio. El artista de origen australiano parece moldear con silicona, acrílico y algún otro material la vida misma. Sí, el parecido funciona ¿pero qué más?

Sus obras me hacen evocar a Gulliver en el país de los enanos, el cuento de Swift. También al personaje del escritor italiano G. Bufalino que jugaba con la idea de que toda la galaxia no era sino un millón de cálculos en el riñon de un corpulento animal, su cólico interminable. Me pregunto si Mueck no decidió evocar su imagen a una escala más reducida.

Recuerdo también a Freud en el artículo sobre las situaciones que nos provocan un sentimiento que llama "lo siniestro". Esa mezcla de angustia y miedo ante lo que no sabemos cómo controlar. De hecho un mundo vinculado a los fantasmas, las ánimas y hasta los muertos.

Dice el creador del psicoanálisis, que la situación nos lleva de regreso a nuestros años infantiles. Ningún niño teme al pensar que su muñeca le va a hablar o que su carrito de juguete lo conducirá del punto A. al B. ¿Pero no se supone que siendo ya adultos hemos dejado atrás el animismo?

Qué escalofrío pensar que lo inanimado pueda cobrar vida. El arte juega con la posibilidad y nos la lanza en la cara. No se si me daría más miedo quedarme sóla y con las luces apagadas en el Museo de Brooklyn donde se exhibe una muestra de Mueck hasta febrero del 2007, o pensar que me sucede lo mismo en una exposición poblada de seres diminutos.

Las proporciones cuentan en el orden de nuestro mundo. Que bueno que la magia del arte nos permita trasponer esos límites. Siempre con un boleto de regreso, claro.

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