
Una ironía compartida con otra espectadora a la salida del teatro expresó nuestro sentir. A la danza como a las artes plásticas le convendría una curaduría. Una selección de secuencias para rehacer un programa tras asistir a los ensayos de la agrupación. Que no se mire como censura ni como que me esté ofreciendo de voluntaria, sólo como lo dicho.
Hay indicios de que los coreógrafos en general sienten la necesidad de alargar sus piezas para responder al formato comercial. Con ese razonamiento, se paga tanto por la entrada y se ofrece una hora de programa, tienden a la reiteración. A mi entender sería infinitamente mejor salir de la sala diciendo quería más. Lo digo con cariño por siaca, que no es lo mío hincar hasta que duela. El compromiso en todo caso es no hacerse de la vista gorda. En otra ocasión puedo hasta tolerar el humo.
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