-¿En que lo atendemos? podría decir la voz, y luego: ¿El Matisse que usted busca debe ser de Matisse, o de Elmyr De Hory? El coleccionista que confía en los varios ceros de su tarjeta de crédito tendría entonces que referirse a su elección. ¡Uish! Esta conversación telefónica es altamente improbable. ¡Quién sueña con llevar a casa un Matisse! Ocurre que la entrevista a Alfredo Bryce en la última edición de la revista "Caretas" me puso sobre la pista del tema del plagiarismo. El escritor que causó indignación tras las primeras noticias sobre los artículos que publicaba con su firma aunque no eran suyos, vuelve a causar gracia. Logra disminuir el malestar de todo aquel que no cultiva la identificación con un famoso para convertirlo en un intocable. La periodista de Caretas le dice: "Para algunos es obvio que usted ha plagiado. Para otros, está demasiado enfermo para darse cuenta de lo que está pasando. Yo lo veo saludable". Bryce se va por la libre. Menciona las dos docenas de libros que ha escrito y agrega:"He estado desaparecido en una playa del sur escribiendo mientras ocurrían todas estas cosas" Vaya, el hombre de letras tiene la cabeza más agitada que una coktelera de barman.
Respecto a Elmyr De Hory, el pintor húngaro que se suicidió en 1976 a los setenta años, su talento pictórico lo traicionó. El hombre imitaba a la perfección a Matisse, Modigliani, Vermeer o a Picasso y tenía además el know how del embuste. Lo suyo era acercarse a un galerista dándole a entender que había encontrado un lienzo de cualquiera de los mencionados. ¿Dónde? Quizás en el pasadizo de alguna residencia europea. Cosas de la guerra, ¿sería auténtico? Tras despertar la codicia del marchand, le ofrecía el ejemplar por una módica suma. ¡Si era un maestro de la historia de la pintura occidental!
Dos autores se han ocupado de De Hory. El escritor norteamericano Clifford Irving que publicó su historia en 1969 y el cineasta Orson Welles que hizo un documental, F de fake (1973) donde lo incluyó. Y hay saga. Se han expuesto las falsificaciones del húngaro en Ibiza, donde vivió, el año pasado sus imágenes formaron parte de una exposición sobre plagiarismo en Barcelona y hoy sus obras se venden a precios que bordean los veinte mil dólares. Si les interesa el dato hagan clic en una galería que ofrece un Matisse de De Hory, aquí.
¡Que época! diré, y volviendo a Bryce, sugiero creer que el escritor ha logrado insertar el argumento de su próxima novela en la realidad. Hecha la trampa, hará a continuación el libro. ¡Bendito sea!...
Imagen: Alfredo Bryce por Herman Braun, 1983.
4 comentarios:
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Hola Lichi
La frase con la que Usted termina su post, me hizo recordar a esta otra: "Hecha la ley, hecha la trampa"
Le agradezco el post que publicó sobre Brueghel, el viejo. Y a propósito, sobre el cuadro: Jesús con la Cruz a Cuestas, el padre Hubert en su libro dice (cito de memoria, no textualmente): "...y allí, como si no tuviera importancia, aparece Jesús, no en el centro del cuadro, sino perdido entre todas las imágenes de sufrimiento humano...".
Así que en parte coincide con lo que Usted dice de Brueghel, en referencia a su intencionalidad a la hora de pintar sus cuadros.
Muchas gracias otra vez
Carlos el baterillero
Hola Carlos,supongo que Jesús podría estar en medio del sufrimiento humano. Le toca abrir una puerta para cambiar de frecuencia. Sería sino más difícil encontrar el alivio. Sobre la evocación de "hecha la ley... ", no debe ser casual, ¿no?
Hola Lichi
Perdón, pero no entiendo sobre lo de: "no debe ser casual" cuando Usted comenta sobre mi evocación acerca de hecha la ley, hecha la trampa.
Es que Usted dice: Hecha la trampa, hagamos el libro.
Escuché también: Hecha, la trampa, hagamos la ley...creo que el revés de la frase sería una manera de encarar la vocación de transgresor que lamentablemente tenemos los peruanos.
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