martes, noviembre 13, 2007

¿Yo señor?

Casi un alboroto causa en estos días, la publicación de dos noticias sobre "La última cena", el fresco que Leonardo da Vinci pintó en el refectorio de Santa María de la Gracia en Milán alrededor de 1498. La primera se refiere a una página web que reproduce la obra en una altísima definición y que por tal razón, ha recibido en sólo unos días millones de visitas. La segunda difunde el supuesto hallazgo de una frase musical escondida en los vívidos gestos de los apóstoles que acompañan a Jesús alrededor de la mesa. Acaban de escuchar de sus labios que uno de ellos lo traicionará. Pedro se ha inclinado hacia Juan el favorito del Maestro, para pedirle que le pregunte de quién se trata. La apariencia femenina del apóstol dio pie a las especulaciones del autor del Código Da Vinci, como lo ha hecho también la mano derecha de Pedro que detrás de Judas blande un cuchillo. ¿Se preocupa por la noticia y a la vez se prepara para cortar un pedazo de carne, o es una amenaza a quien en realidad es efectivamente Magdalena?

El tema de la música es producto de la reciente publicación del libro de Giovannni Pala "La música escondida". Sin embargo la hipótesis no estaría tan alejada de los planteamientos formulados por Leonardo en sus escritos. Al decir de Pietro Marani, académico que ha estudiado los folios de da Vinci depositados en la biblioteca del castillo de Windsor, el hombre del Renacimiento solía comparar la difusión del sonido con la de los rayos visuales.

A ojos vistas las especulaciones van y vienen en torno a las obras maestras. Es evidente que las disfrutamos porque alimentan nuestro imaginario; sin descartar que transforman en entretenida leyenda cualquier asomo de sesuda interrogación sobre el sentido de la existencia humana.

Por mi parte doy fe de que el fresco en la pared de la iglesia milanesa donde estuve hace poco, así como las imágenes de algunos textos que revisé a mi paso por Milán, son menos claras que la que ofrece www. altadefinizioni.com. Por lo mismo las he utilizado aquí, sometiéndolas incluso al doctor photoshop.

Agrego que la emoción de lograr el boleto para ver el fresco, me resultó tan intensa como la sensación de ingresar al refectorio. Allí delante de "La última cena," donde no habían más de venticinco visitantes incluída la guía, me pregunté por las afortunadas circunstancias que me habían permitido formar parte de una estadística. Desde 1999 sólo trescientas mil personas al año logran ver durante quince minutos la obra de Leonardo. Más de veinte años duró su restauración.

Si en virtud de alguna profecía hubiera sido advertida hace unos años de que estaría ante la óbra de Leonardo, habría usado en otro sentido la pregunta de la traición: ¿Yo señor?


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola
Impresionante tu explicacion de la ultima cena. todo encaja, pero a la vez, para mi no es asi. claro que si lo miras desde el punto de vista de la pintura en si, resulta.
Muy bueno.
Mariella

Lichi Garland dijo...

Hola Mariella, ¿y cómo es para ti?