miércoles, marzo 19, 2008

El conde Tolstoi, segunda parte

La discrepancia de Tolstoi con ambas interpretaciones es fulminante. A su entender la historia del arte no ha sido sino una selección a priori de obras y autores (que gustaron por razones no explicadas), a la cual se ha tratado de unificar con una definición falsa. El propósito ha servido a los intereses de la Iglesia y la Aristocracia.

El escritor se erige como portavoz de una denuncia: El arte occidental ha ignorado a otros pueblos y aunque su falsa esperanza de que la educación cambiaría su condición de ´primitivos´ no se ha cumplido, ha mantenido la producción de un arte que no es comprendido por la mayoría de los hombres. ¿Acaso se puede pensar en un alimento que haga bien sólo a una parte de la especie?

Para Tolstoi el arte verdadero se funda en una constatación: La aptitud de un humano de experimentar sentimientos de otro humano. El artista expresa sus emociones en una obra y busca compartirlas. Refiriéndose a las artes plásticas menciona las líneas y los colores como los medios a cargo de este sentimiento de fraternidad indispensable en términos sociales.

Su protesta va contra la lujuria, el asco a la vida, el desprecio dirigido al inferior, la ambición, la oscuridad, la afectación y la confusión que encuentra en el arte de su tiempo. Formula un ¡basta de poesía al estilo de Baudelaire, Mallarmé y Verlaine!,¡abajo los impresionistas, simbolistas y neo impresionistas! Las diatribas continúan en el campo de la literatura y la música. Cito al autor: “Si el arte de nuestro tiempo es incomprensible para las masas, no es porque sea arte bueno, sino porque es arte malo, o porque nada tiene de arte”.

Concebir un arte dirigido a toda una nación, o en general a la humanidad y no a los sectores privilegiados, es un afán que lo hace volver al sentimiento religioso no institucionalizado. “El arte universal tiene un criterio interno definido e indudable: la conciencia religiosa. El arte de las clases superiores carece de ese criterio”.

¿Cómo debe actuar entonces el artista? La prosa de Tolstoi redondea su aspiración utópica: “(…) debe experimentar sentimientos y tener el deseo y la capacidad de transmitirlos a los otros, debe tener por fin, una de las diversas formas del artes esa capacidad especial que se llama talento”.

Como en toda construcción racionalista del orden social, la propuesta no resiste la menor interrogación de orden cotidiano. ¿Quién determinaría que esas capacidades se dan en tal o cual artista? ¿Cómo detectar el arte verdadero? El autor cree encontrar la salida en el contagio artístico. En la posibilidad de que todos los hombres compartan sin titubeos la emoción que les produce una obra. En este punto, Tolstoi reitera que así se comportará el arte del futuro.

Vaya. Desde nuestra vida en el siglo XXI no podemos sino retrucar su planteamiento con otra de sus afirmaciones: “Es más fácil escribir diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de sus principios”.

Imágenes: Odilon Redon representante del simbolismo, uno de los estilos que repudió Tolstoi por considerarlo oscuro, incomprensible y sin base en un sentimiento religioso.

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