viernes, noviembre 14, 2008

¡Plaf, y tú apareces!

Me pregunto por los pequeños servicios en la vida de un prófugo. Hablo de un político puesto en evidencia de negocios ilícitos a nivel gubernamental por una intervención telefónica que comenzó a circular en los medios. El hombre que desapareció treinta y ocho días durante los cuales hasta sus dos hijos veinteañeros manifestaron desconocer su paradero, convirtió a Lima sino al país entero, en audiencia cautiva del tema. Pues bien, el episodio ha terminado porque él mismo tomó un taxi y se entregó a una dependencia de la justicia. Sin descartar la pegada que ha tenido el comentario de la autoridad policial peruana al declarar que se ha entregado porque las fuerzas del orden estaban ya `soplándole la nuca`. Estamos al parecer de frases. Como dice-que-dice una nota periodística que encontré en la Red, el abogado del fugitivo lanzó también a los periodistas convocados para su re-presentación en sociedad otra observación de impacto: aquí tienen a quien habían estado buscando tanto.

Quien se hace humo no se exime sin embargo, de cumplir con los rigores de la vida cotidiana. La necesidad de alimentarse, lavarse, recortarse la barba, vestirse, dormir, ponerse al tanto de las noticias e incluso, convertirse en parte de la agenda de los medios al enviar comunicaciones siempre clandestinas. Dejo de lado el mantener relaciones afectivas con alguien y satisfacer la psique con lecturas, música, cine, algún deporte o actividades diversas. A fin de cuentas el evadido pone en pausa necesidades vitales con tal de no ser encontrado.

Sigue mi derecho de ciudadana imaginativa. Me pregunto antes que por quién dio albergue a don prófugo que vendría a ser la pregunta gruesa, por las características de la casa o departamento donde se escondió. ¿No tenía vigilante, empleada doméstica, repartidor de periódico, jardinero, cobrador de recibos, o cualquier otro proveedor de servicios que como suele, garantiza el operar de una vivienda a la burguesa manera? ¿Nadie que pudiera advertir un sigilo particular en el lugar? ¿Ni siquiera el carro de la basura? Y, ¿quién proveía al político en mención de alimentos y productos de higiene personal durante todo este tiempo? O, ¿quién le preparaba su comidita?, ¿quién le lavaba y planchaba la ropa?, ¿quién le hacía la cama?, ¿quién le alcanzaba los periódicos y revistas donde circulaba él mismo en las primeras planas? Me pregunto si cabe considerar a todos estos supuestos empleados cómplices del fugitivo. En el caso de que no hubieran existido, si hay que valorar la habilidad del político para las labores de casa. Su aparición ante cámaras lo mostrò enfundado en una casual camisa a rayas, limpio, nada demacrado y con la barba recortada.

Acaso haya sido su abogado el tal proveedor y no he entendido yo que alguien que huye de la justicia puede ocultarse bajo el ala de su experto en jurisprudencia, ´hasta que las condiciones se tornen favorables para que se le juzgue`. Acaso con estas preguntas siento involucrarme en un tema desgastante. La denuncia de corrupción en nuestro país y los mecanismos para erradicarla, no parecen haber sido diseñados todavía. Se busca la primicia y el escándalo que desgasta.


Prefiero yo las cosas menudas y las mega-mega. Preguntarle por ejemplo a don ex-prófugo, cómo se imagina a dios. Una manera de desacelerar estos ritmos de los ¡plaf, y tú apareces!...
Imagen: Cristina Planas.

4 comentarios:

M.TAGLE dijo...

Entra e coglimi!!!
me encanto la entrega de León Alegría y nada que vewr tu verso. Pasando por la pieza de trato...etc.

Hacia días que no entraba, como de costumbre, me encanta.

Mariella

Lichi Garland dijo...

Para mì el verso como lo llamas, màs bien mucho que ver. Gratzie por tu lectura.

daso dijo...

Según dice el otrora prófugo, ahora reo previo, fue escondido en una casa muy humilde de ciertos ángeles guardianes. Personalmente lo imagino en una casa de campo, de algún solidario y punible autor de "faenones". Nunca lo sabremos.

Lichi Garland dijo...

Esconderse en Lima no parece en algunos casos tan difícil, ¿no?