lunes, septiembre 18, 2006

La mala crianza

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Para algunos los niños crecen sólos. Se dice que es cosa de matricularlos en un buen colegio y en casa que hagan tareas. Entre sumas y restas se necesitan quince años para cotejar los resultados de la educación. Pocas dudas de que la herencia y el medio, hacen también lo suyo y de que el joven se lanza a la vida sin saber a ciencia cierta cuál es su bagaje.

Los casos de mala crianza se expresan más allá de las estadísticas. En buena hora, la sensación de sentirse mal en la propia piel, no se expresa siempre con la violencia que lo hizo el canadiense que nos estremeció hace unos días.

La cafetería del Dawson Collage en Montreal se convirtió en el escenario donde Kimveer Gill mató a una chica de veinte años e hirió a varias más. Según afirmaba en su columna de la web donde colaboraba como “Trench”, tenía una ideología. La de vivir corto y al morir dejar atrás una estela de dolor. Tenía venticinco años.

Me pregunto por su crianza, por el papel de sus padres, en particular de su madre, menos para encontrar culpables, que para intentar comprender donde le falló el cariño.

Señaló Freud que las tres profesiones imposibles eran educar, gobernar y psicoanalizar. Sin embargo, antes que dejarlas de lado hacía ver que así como imposibles, eran imprescindibles.

Por su parte, el Dr. Spock , que orientó a una generación de padres con su libro “Tu hijo”, publicado originalmente en 1946, recomendaba una crianza individualizada, basada en el afecto y los valores espirituales.

Me gusta una cita de J.D. Salinger en “El guardián entre el centeno“. Se la dice un profesor a Holden Caufield, el entrañable protagonista del relato: "Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella".

Podríamos tener presente que sin sentirnos queridos y/o aceptados, todos valemos poco. Que de ese vacío sólo mana el odio y la violencia.

Imágenes: Enzo Cucchi

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que la educación de una persona es un proceso constante que se da en primera instancia, en el nido o la escuela, pero realizando un trabajo conjunto con la familia, para poder logra que lo que se trabaja en ambos lugares sea pertinente, significativo y coherente para el niño. En este caso particular, es complejo saber qué puede haber pasado por la cabeza del muchacho para hacer lo que hizo. Si sabemos que tenía la idea de vivir poco tiempo y dejar tras su muerte, una estela de dolor. A esto se le puede atribuir muchas causas, como que no tenía un fuerte sustento afectivo o que quería llamar la atención o sabe Dios que. Pero hay cuestiones que me parecen importantes. ¿Sus maestros no se dieron cuenta de algunas conductas extrañas? ¿Estuvo la familia cerca de él? En qué momento se perdió esa relación maestro-alumno en la que el primero está muy pendiente de lo que le sucede a sus alumnos a nivel personal, además del nivel académico. Creo que este caso puede ser un punto a discusión, que haga que los maestros podamos cuestionarnos no sólo sobre la calidad formativa que le ofrecemos a quienes están a nuestro cargo y sobre todo, que confían en nosotros, sino también de que si estamos perdiendo esa relación afectiva más que profesional, que en muchos casos llega a ser determinante para ayudar al desarrollo de otra persona.
Nati