Hace una semana me tocó participar en el Congreso de Psicoanálisis celebrado en Lima por la Federación Latinoamericana de Psicoanálisis (Fepal). Me gustaría compartir con uds. un extracto de mi ponencia, titulada: “Influencia de Freud en el Surrealismo de Dalí”. Es una oportunidad para disfrutar de la imaginación del catalán, así como un motivo de reflexión sobre la complejidad psíquica de la que en general estamos hechos los humanos.
Los rostros de Dalí
La imagen más conocida de Dalí es la del artista de grandes y engominados bigotes, cuestionado por sus opciones políticas: El franquismo, la monarquía y el conservadurismo católico. Un tipo excéntrico, dueño de un insuperable afán protagónico e incluso mercantilista, al cual André Breton líder del movimiento surrealista bautizó como “Ávida Dollars”.
La vida y obra del Dalí joven es en cambio, casi desconocida. Se sabe poco del niño tímido y talentoso, que pintó su primer cuadro alrededor de los seis años; o del adolescente al que atormentaban conflictos de orden sexual, los cuales debía mantener a raya para entregarse a su deseo de pintar. El artista se preguntaba en que consistiría “aquello”, como llamaba a la masturbación. Si sus amigos tenían ya el hábito, él se perdía “(…) en un laberinto de falsas y vacuas teorías pueriles, todo lo cual consistía una grosera anomalía en vista de mi ya adelantada adolescencia” (Dalí, 1942/2003, pp. 449).
Con la demora del caso, el onanismo se convertiría sin embargo, en casi el único medio que el artista tendría para llegar al orgasmo, y un hecho doblemente llamativo: Antes que silenciar sus inquietudes sexuales como si fueran una tragedia, Dalí las trasladó a sus lienzos y escritos lo que le valió para bastante más que para ser señalado como “el único pintor de toda la historia del arte que convertiría la masturbación en un tema central de su obra” (Gibson 1997/2003 pp. 113).
El freudismo de Dalí
El interés de Dalí por Freud partió del asombro que le produjo la traducción al español (1924) de “La interpretación de los sueños”. Su lectura le permitió el mayor descubrimiento de su vida y le hizo adquirir lo que él mismo llamó, “el vicio de la auto interpretación”. Se puede pensar sin embargo, que el artista se acercó al psicoanálisis no sólo con el deseo de resolver sus conflictos de índole sexual, sino guiado por la intuición que le permitía detectar manifestaciones de vanguardia para sacarles provecho.
Freud representó para Dalí la imagen de un padre, pero también la figura de un genio con ideas revolucionarias que el artista convirtió en un instrumento para llamar la atención.
Por un lado portavoz del psicoanálisis y por otro un personaje que anunciaba los iconos de la cultura de masas, la imagen de Dalí fue tanto la de un genio enigmático como la de un payaso. Respondía, a la necesidad de compensar su precaria psique, la de un banco de tres patas, como decía Lacan,que atinó a sostenerse en las muletas imaginarias de su metamorfosis y en su relación con Gala.
Dalí proyectó en Freud un sentimiento vinculado a su libido narcicista e idealizó al creador del psicoanálisis. El beneficio fue sentir el respaldo que necesitaba para trasladar a terreno plástico sus sueños y conflictos. No podría decirse en consecuencia que conociera bien la doctrina de Freud, aunque fuera innegable su acercamiento. Tampoco que hubiera tenido éxito en su auto análisis. Sus lecturas no lo habían conducido; y acaso ello no sea posible sino a partir del vínculo transferencial, al cambio estructural que en personalidades con rasgos psicóticos se evalúa primordialmente como dice Kernberg, en “las modificaciones de la naturaleza de las relaciones objetales”.
Dalí mantuvo con el paso de los años su perfil narcicista, megalómano e histriónico. Buscó controlar su depresión, con la ingesta de pastillas y cuando comenzó a debilitarse y a sufrir ataques de pánico, Gala misma, se encargó de suministrarle calmantes y anfetaminas.
La constatación de su decadencia coincidió con su investidura como miembro de la Academia Francesa y su gran exposición en el Georges Pompidou. Estaba a punto de cumplir setenta y cinco años (1979) y la precaria estabilidad en la que había basado su funcionamiento psíquico, precipitaba su caída.
Este señalamiento hace pensar en la observación de Winnicott:”Si en verdad estamos examinando a seres humanos, es de suponer que hagamos observaciones que pueden superponerse, una sobre otra” (Winnicott, 1972).
3 comentarios:
Me encantó tu artículo de Freud y Dalí.
Mi nombre es Saioa, soy historiadora del arte y estoy en estos momentos realizando mi tesis doctoral y me encantaría leer tu ponencia completa para poderla introducir en mi tesis, dado que tengo un apartado específico acerca de la Fantasía y el psicoanálisis.
Me encantaría que pudieras enviarmelo a siskatonicazluv@gmail.com
Mil gracias.
Saioa
Hola , que bueno es tu articulo !!!!!!!
Me llamo Maria Teresa , soy catalana , vivo en Barcelona , soy historiadora del arte y estoy realizando mi tesis doctoral sobre Freud - Dali .
Seria muy importante para mi poder leer tu ponencia completa , me harias un gran favor .
Serias tan amable de enviarmela a
farriolsbcn@hotmail.com
muchisimas gracias
Maria Teresa
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Hola mi nombre es Maria Teresa , estoy haciendo mi tesis doctoral sobre FREUD - DALI .
Me interesaria muchisimo leer toda tu ponencia al completo ,me gusta mucho tu articulo y seria perfecto poder leer tu ponencia al completo .
Soy Catalana , vivo en Barcelona soy historiadora del arte y me apasiona Dali .
Por favor me podrias enviar toda tu ponencia a
farriolsbcn@hotmail.com
Muchisimas gracias
Maria Teresa
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