miércoles, octubre 04, 2006

Una parábola sobre el arte

Transcribo el diálogo de un sabio taoísta del 300 a.C. que funciona como una parábola sobre el relativismo al apreciar el arte. Invita a recordar como dice el historiador Gombrich, que el camino para comprender una obra es conocer ante todo nuestra propia impresión.

Desde la psicología se puede agregar, que si queremos comprender más o emocionarnos con mayor intensidad, debemos alentar nuestro proceso de germinación. Se necesita leer, informarse y una continua observación. Detenerse un minuto en medio del bullicio cotidiano, puede ser oportuno.


Un día Chuang-tzu se paseaba con su amigo Hui-tzu por el puente sobre el río Hao, Chuang-Tzu dijo:

-¡Cuán alegremente saltan y juegan los ágiles peces! Esta es la alegría del pez.
Hui-Tzu comentó:

-No eres un pez, así que ¿como puedes saber acerca de la alegría del pez?
Chuang-tzu replicó:

-No eres yo, ¿cómo puedes saber que no sé acerca de la alegría del pez?
Hui-tzu contestó.

-No soy tú, por lo que no puedo conocerte del todo, pero sigue siendo cierto que no eres un pez; por lo tanto, está perfectamente claro que no peudes saber acerca de la alegría del pez.
Chuang-tzu dijo:

-Volvamos al punto de partida por favor. Tú dijiste "¿Cómo puedes saber acerca de la alegría del pez?" Pero tú ya lo sabías y aún así preguntaste. Conozco la alegría del pez por mi propia alegría al contemplarlos desde el puente.
Dibujo: Saul Steinberg,1969.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece genial la idea de "detenerse un minuto en medio del bullicio cotidiano"...me hace pensar que realmente es necesario hacer un alto para mirar y admirar. Como bien ejemplifica la parábola, no es necesario ser aquello que uno contempla para poder conectarse y comunicarse con ello. Lo que ofrece una obra de arte es un producto que se transforma con la experiencia de un otro que lo observa, escucha, palpa, etc y elabora su propia impresión. Esto es uno de los aspectos más enriquecedores en el arte: reeelaborar tus experiencias y motivaciones a partir de la contemplación, sin la necesidad de conocer perfectamente lo que contemplas. Susana

Buscando dijo...

¡Hola Lichi! Me ha gustado mucho, me recuerda a una cosa que me dice mi madre cuando le pregunto algo para lo que ya tengo respuesta: "¿Para qué preguntas?". A veces no nos planteamos por qué decimos las cosas, qué sentimos, qué queremos...

¡Un abrazo!