miércoles, noviembre 08, 2006

¿Y tú, cuánto me quieres?


Cuando mis hijos eran muy chicos, respondía al juego del “cuánto me quieres” con un millón o con infinito Si la que volvía a la pregunta era yo, el chiquito abría sus brazos al punto que la maniobra lo hacía casi perder el equilibrio. El espacio que abarcaba no medía más de cincuenta centímetros, pero en fin. Abriendo hoy mi correo, se me vino a la cabeza que una madre actual debe responder en gigabytes. ¿Y tú cuánto me quieres mami? Un giga hijito, un giga.

Afinando el tema les diré a ustedes, que mi reflexión la motivaba no tanto la maternidad como el mercado del arte. Recibo una página que me pone en contacto con las subastas de obras cuyos autores tiene ya un nombre. El circuito oficial las ofrece supuestamente apetecibles a escala de millones de bytes. Páginas de páginas que tras inscribirse y anotar una contraseña, uno debe recorrer para sintonizar sus deseos al perfil de su tarjeta de crédito.

Me detuve en el británico Damián Hirst considerado el artista de la semana. Nacido en la década de los sesenta, logró que su exposición en la galería Saatchi de Londres trascendiera a la prensa. A inicios de los noventa, se le ocurrió colocar en una enorme caja de formol un tiburón muerto que medía cerca de cuatro metros de largo. El título de su escultura – instalación era: “La imposibilidad física de la muerte en alguien vivo”. A modo de actualización diré que este año el tiburón estaba descomponiéndose y que el comprador, un millonario estadounidense que había pagado por la pieza doce millones de dólares, negociaba el reemplazo del animal.

A lo que iba, a una otra escultura - instalación de la que hay mil ejemplares, cuyo precio es dos mil ochocientos ventiseis dólares. Tal vez no haya jugado lo suficiente de niña el ¿y tú cuanto me quieres? Reconozco ser una de las afectadas por este mundo de unidades de medidas que se nos escapan. ¡Por poco me suena razonable!

Imagen: Un Damien Hirst en subasta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Probemos otras maneras:
te quiero como un almuerzo compartido, acompañandote al baño o sugiriendo nuevos tonos para tu pelo...
t quiero como a mi colección de cds o como a mi enorme lista de música en mp3
o como a mis futuros lentes de sol nuevos...
Igual creo mucho más eficiente los escasos centimetros de los brazos de su pequeño hijito... Insuperable escena!
Pero bueno, igual habrá que seguir en el intento!

Lichi Garland dijo...

Cuánta ternura, gracias por las líneas.