jueves, diciembre 14, 2006

Dos caballos sin jinete


Les ofrecí ayer referirme a uno de los cuadros más apreciados de la National Gallery en Londres, Wistlejacket, un retrato ecuestre de George Stubbs fechado en 1764. La adquisición de la pintura fue precedida por la proyección de la imagen en la fachada del museo y resultó un éxito. Animó al público a evocar el siglo en el cual los paseos en carroza y las carreras de caballo eran un boom. Se había establecido el vínculo para generar la identificación con una imagen, requisito al parecer indispensable en opinión del historiador MacGregor, para consagrar una pieza como obra maestra.

Entre las varias interpretaciones de Wistlejacket, interesa su significado como una muda alusión a la lucha política de ese entonces. Un funcionario de la oposición del gobierno de Jorge III, encargó al artista la representación de su más afamado caballo. La intención secreta habría sido resaltar no sólo la belleza del animal, sino la ausencia de un jinete capaz de controlar su fiereza. Stubbs prescindió del formato que solía usarse para dignificar a un monarca. Éste solía situarse en el lomo de un caballo dando a entender su dominio, no sólo sobre la naturaleza sino sobre sus súbditos.

Lejos de los años en los que la corona británica tenía que vérselas con el afán independentista de los colonos en Norteamerica, el Primer Ministro Tony Blair, sigue en la mira de las críticas por su gestión en la guerra de Irak. Como para considerar si el imaginario no necesariamente conciente de los espectadores, se sigue identificando con un recurso que desautoriza un estilo de conducción política.

En Lima
Inflar una exposición debía generar una suerte de motín del espectador. El Comercio le dedica ayer la portada de su sección Luces a una muestra de tres recientes egresados de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Católica. Tras visitarla corroboro aquello de que el papel aguanta todo.

No es una cuestión personal afirmar que ni la mitad de las espectativas generadas pueden ser satisfechas. Me pregunto si no hay manera de cuestionar el periodismo cultural que desorienta. Urge evitar la incredulidad frente a la prensa que luego lamentamos. Otro caballo sin jinete.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Solamente para ratificar la inexistencia del periodismo cultural en nuestro medio.Algunos se tentarían, con la provocativa lamentación que haces(otro caballo sin jinete), a decir, tal vez sólo caballos haya.Pero que culpa tienen los caballos,tan bellos como son.
Ricardo Torres

Lichi Garland dijo...

Ricardo, el tema motivó la nota de hoy: El periodismo cultural es un catoblepas. Dejo en paz a la especie equina.