miércoles, diciembre 06, 2006

La dignidad no se opera

Envejecer, un destino para el que algunos se preparan y otros le cierran los ojos. Cuando los abren, sus párpados tienen la textura de una bolsa. Así se comporta la materia de la que estamos hechos. Pierde las cualidades que promueven las etiquetas de los productos de belleza ofreciendo a la piel un segundo debut.

También está la cirugía plástica y su legión de enemigos y seguidores. En el caso de Orlan, la artista de origen francés se ha venido aplicando a si misma los cortes en la cara que otras mujeres se hacen por arrancar suspiros de admiración a sus contemporáneas. Lo suyo es la parodia. No es por mejorar su apariencia que se hace bultos y se deforma.

Chuck Close, artista estadounidense ha jugado más bien a observarse y a pintarse. Sus autorretratos de corte hiperrealista nos inquietan al hacernos partícipes del paso del tiempo. Chuck nos hace de espejo.

Vamos. Las mejillas colgantes no pasan por los jardines de Babilonia, ni las mejillas sin colágeno por el diagrama de un mandala, pero hay más. La entrada y salida del quirófano es la ficción más grande de todas si no ha habido intensidad, entrega y búsqueda en la experiencia de vivir.

Y hay menos. Basta ver a alguien tras una intervención quirúrgica poco afortunada, para afirmar que sólo una vida interior dignifica las arrugas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimada Lichi,
Dices una gran verdad. Trabajo desde el lado del bisturí, y créeme si te digo que, a veces, resulta imposible hacer entender a alguien que un quirófano no cambiará su vida.
Me parece muy acertada tu frase sobre la ficción si no ha habido intensidad.
Es un placer leerte.
Saludos