martes, diciembre 26, 2006

Navidad con Turandot


La intención era variar. Darle un toque distinto a la conversación que precede la llegada de las doce el venticuatro. A ese par de horas tan poco gratas para los más chiquitos, visible en su manera de clavar los ojos en el árbol y hacer de estaciones repetidoras; ¿a qué hora abrimos los regalos?, ¿a qué hora? Si no es que cabecean volviendo a los adultos hamletianos, ¿despertarlos o no despertarlos?

Anuncié que iba a poner un DVD en el cuarto de al lado y que quien quisiera podía pegarle una mirada a la historia de Turandot, la princesa oriental. Me miraron raro en un inicio, dudaron y por fin unos cuantos, grandes y chicos, me siguieron. Tampoco es que esperaba trasladar la celebración a un cine.

La trama de Puccini hace pensar en la audacia de Calaf, al ofrecerse a resolver los tres enigmas de Turandot. En su inteligencia y empeño para descongelar el corazón de la princesa. Mi sobrina de cinco años, se olvidó de la espera en pos de sus regalos. Ella misma quería resolver los acertijos de Turandot. Pac, de diez años, encontró parecido el vestuario de los personajes ubicados en el escenario del Metropolitan de Nueva York, con los de las criaturas de una de sus series.

Sin santificar la cultura y desterrar los video juegos, compruebo una vez más que se puede compartir el sentido del arte. A veces desoímos su invitación a descubrir o sólo a entretener, incluso tratándose de un género tan difícil para el no iniciado como la ópera.

Les alcanzo la primera adivinanza del libreto y a ver si dan con la respuesta. "En la noche sombría vuela un fantasma iridiscente. Se eleva y despliega la alas sobre la negra e infinita humanidad. Todo el mundo lo invoca y todo el mundo lo implora, pero el fantasma desaparece con la aurora para renacer en el corazón. ¡Y cada noche nace, y cada día muere!".

La respuesta de Calaf: "¡Sí! ¡Renace! Y exaltadamente me lleva consigo; Turandot: La esperanza".

2 comentarios:

Hyperion dijo...

¡Pero qué interesante experiencia! Realmente te felicito. Yo adoro la ópera, y realmente siento mucha pena cuando no puedo conseguir que otras personas le den una oportunidad. Es cierto, es un género difícil, pero una apropiada selección de arias, dúos o coros, con una adecuada guía, podría ser capaz de sembrar una inquietud por conocer algo más sobre la ópera. Quizás con niños el asunto sea más manejable, no sé. Pero como bien dices, el fin debe ser "compartir el sentido del arte", mostrándoles a los demás que, sin renunciar a otras cosas que disfrutan, pueden encontrar en la ópera (y en la música sinfónica, de cámara, el ballet) una experiencia estética adicional que los hará sentir a gusto.

Lichi Garland dijo...

El tema del guía es todo un tema. Hay quienes dicen que cuando el alumno está listo aparece el maestro. Otros, que nos toca buscar nuestro guía interior. Sobre la ópera bien vale la experiencia, los mitos de otros géneros están también presentes. Gracias por tus líneas Hyperion y si tienes un blog de música me gustaría conocerlo.