miércoles, julio 04, 2007

Bruegel, un ojo aparte


Primero la ache. Pieter Brueghel, pintor nacido probablemente en Breda o Brabante ciudades de los Países Bajos entre 1525 y 1530, decidió un buen día que su apellido sería Bruegel. De nombre Pieter, la historia le endilgó el apelativo de "el Viejo". Había que distinguirlo de sus hijos también pintores, a los que se sigue citando indistintamente Bruegel o Brueghel. Uno se hizo conocido como "el infernal" y el otro como "el aterciopelado".

La singular mirada de "el Viejo" va a contrapelo de su tiempo. Hizo a un lado la pintura de salón que inmortalizaba a nobles y burgueses para interesarse en el mundo campesino y sus paisajes. Nada de estilizaciones. Sus personajes sufren, se divierten, comen, beben e incluso se reconocen haciendo sus necesidades. ¡Qué habilidad para el detalle! Una obra como "Los refranes neerlandeses" (1559), grafica ciento dieciocho dichos a la usanza de la época. Les doy un par de muestras: Trae fuego en una mano y agua en la otra, referencia a alguien que no es de fiar, o, ¿qué puede hacerle el humo al hierro? alusión a lo inútil que resulta tratar de alterar lo inalterable.

La vida como es y a sumarse a ella, pero retratándola. El protestantismo nacido precisamente de la discrepancia con la corrupción de las autoridades del catolicismo, hacía campaña en pos de fieles en Bélgica y Holanda. El gobierno español que gobernaba los Países Bajos, imponía a sus súbditos tasas de impuestos asfixiantes. El artista minucioso y paciente trasladaba este acontecer con humor y hasta desesperanza. Para Bruegel parecía más probable el triunfo de la muerte que el papel redentor del Mesías cristiano. En "Jesús con la cruz a cuestas"(1564), describe los mil quehaceres de una multitud que rodea a Jesús cargando su cruz. El presente y el pasado bíblico se mezclan para hacer notar al observador el poco sentido de la crucifixión.

Esta interpretación difiere por completo de la que ofrece el padre Hubert Lanssiers en "Los dientes del dragón". Al entender cristiano del querido defensor de los derechos humanos y de los presos en el Perú, la misión de Jesús en el calvario hacía eco del dolor humano en sus diferentes manifestaciones.

Como fuera, de la obra de Bruegel revalorada a través de los años interesa su ojo aparte. Su pasión por contravenir lo establecido en un siglo al que no le parecía contradictorio mapear los nuevos descubrimientos geográficos y creer en la presencia de demonios en la tierra.

La pintura del maestro del siglo XVI impresiona como una obra a la que anima una filosofía. Un trabajo plástico de ideas, hecho por alguien capaz de poner en imágenes lo que hasta entonces no era dado sino pensar. Al decir de la historiadora Rose Marie Hagen, es posible que Bruegel fortaleciera el sentimiento de independencia neerlandés al resaltar las imágenes de su pueblo y no las idealizadas de los clásicos del Renacimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchos quisieran contravenir lo establecido pero no se les ocurre o no se atreven

Lichi Garland dijo...

Tampoco contravenir es un deporte. Tienen que haber motivos. ¿O se refiere ud. amable anónimo a un problema de timidez y/o parálisis, frente a lo que se quisiera cambiar y no se puede?