martes, julio 17, 2007

El arte de hacer danzas

Doris Humprey (1895-1958), la bailarina y coreógrafa norteamericana reflexionó sobre el movimiento en "El arte de hacer danzas", un libro que salió publicado el año de su fallecimiento. A mi parecer, el texto cumple como guía para orientar la mirada del espectador y si fuera posible aprender a entablar un diálogo con el coréografo. Más acá y acaso sea esto lo que importe, ofrece un vocabulario para decirse primero a uno mismo, encontré tal y me faltó aquello.

La coreógrafa enumera cuatro elementos del movimiento en la danza: El diseño, la dinámica, el ritmo y la motivación. Les voy a pasar revista someramente y si me meto en camisa de once varas con una descripción tan técnica me lo harán saber. Confío sin embargo, que les sea útil. Pueden ensayar su aplicación con el fragmento de "Black Cake" que he colgado en Youtube y puesto aquí abajo. A mi juicio, la pieza de Hans Van Manem interpretada por el Bavarian State Ballet en 1997, permite comprender de un modo elocuente lo dicho por Humprey.

Respecto al diseño, no sólo importa en que parte del escenario se ubica un bailarín o una bailarina, sino la composición que contribuye a configurar. El espectador busca menos la estabilidad y el reposo que el estímulo y la sorpresa. En cuanto al tiempo visto también desde el ángulo diseño, es fundamental el modo en que se expresa el movimiento. Por ejemplo, de manera continua o contrastada.

Una dinámica variada sostiene el interés. Son bienvenidos los cambios de energía y la sorpresa. Nada que sea sólo una suma de pasión o por el contrario, de indiferencia. El ojo y el corazón, que duda cabe, se acomodan mejor a los cambios de tensión.

El ritmo es cosa conocida. No se necesita ser bailarín profesional saber que nuestro cuerpo debe organizarse de una manera si queremos seguir la pauta de una canción popular. Sabemos incluso del acento al que nos conducen nuestras emociones. La energía que ponemos en una canción que nos gusta bailar es distinta a la que nos suscita una melodía que nos deja indiferentes.

La motivación del bailarín en el escenario tiene que ver con tomar conciencia del por qué de su movimiento. La bailarina del Bavarian State Ballet por ejemplo, presume de su arte ante la pareja que mira con desdén y que sale del escenario. Su espalda, sus brazos, la colocación de su cuello, su gesto facial y su mirada nos lo transmiten con claridad. Digan que no.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimada Lichi, te remitimos el vinculo de la revista peruana de Arte, Crítica y Ensayo, Arte Marcial.
www.artemarcialonline.com
En ella se hace una mención a tu blog.
saludos

Lichi Garland dijo...

Estimado manodura gracias. Acabo de responder su encuesta, saludos.