martes, agosto 28, 2007

El propio criterio

Si les interesa saber algo más del relato de ayer, me conmovió el pasaje sobre John Glenn en "Lo que hay que tener" de Tom Wolfe. La tercera fecha programada para el despegue del cohete que debía dar la vuelta al mundo partiendo de Cabo Cañaveral, y otra vez la postergación por razones de mal clima. John Glenn el piloto estadounidense que realizaría el primer vuelo orbital en 1961, no terminaba de salir de la cápsula en la que había estado esperando alrededor de cinco horas, cuando el director de la NASA deseoso de congraciarse con la administración Kennedy hacía poco en el gobierno, le lanzó una papá caliente. John debía convencer a su mujer de cooperar.


Ocurría que Annie Glenn atenta al despegue de su marido desde su casa en Arlington, el vuelo iba a transmitirse en todo el país, se negaba a recibir al vicepresidente Lindon Johnson deseoso de hacerse ver por la multitud reunida en torno a la casa de Glenn. Todos querían compartir la emoción del acontecimiento con la familia del héroe, que mejor que un comercial del gobierno, el benefactor de la gran aventura.

Annie había acompañado a su marido durante la carrera militar y sabía que le tocaba cumplir también ciertas tareas, pero esta vez por una mezcla de miedo, ansiedad y deseo de privacidad, no quería que la asfixiara el circo de los medios y menos un político que la obligaría a expresarse como un títere ante cámaras y micrófonos.

Que coopere tu mujer, insistió el director de la NASA y le pasó el teléfono al piloto. He aquí lo que en la versión de Wolfe dijo Glenn a su esposa: "Mira, si tú no quieres que el vicepresidente o las cadenas de televisión o quien sea entren en casa, has de saber que en lo que a mi concierne no tienen que entrar...y te respaldaré siempre, al cien por cien, y díselo. ¡No quiero que ni Johnson ni ninguno de los otros ponga ni la punta del pie en nuestra casa!".

Las agallas de Glenn por poco le cuestan ser desplazado en la próxima intentona de vuelo. El hecho no pudo concretarse porque la opinión pública había ya identificado con nombre propio la misión alrededor de la tierra. La coronación del piloto se produjo tras cinco horas en el espacio al ser celebrado hasta las lágrimas por sus compatriotas.

Al carisma de Glenn se agregaba dice Wolfe, el resultar enaltecido por el patriotismo de la guerra fría (hasta el aire le brindaba un "desmayo reverente"). Sin embargo, había podido esgrimir su propio criterio sobre "lo que hay que tener".

Imagen: Kaloust Guedel

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