Yo no voté.Y como si recién me desayunara me he dado un tiempo en estos días para mirar las nuevas imágenes que tendremos en adelante, toda vez que se mencionen las siete maravillas del mundo. En mi experiencia resultaba más probable que las edificaciones de la antiguedad salieran a la luz cuando alguien emprendía contra un tercero para decir, ¡se cree la octava maravilla!
¡Bueno! Quién sabe en qué momento se rompieron las negociaciones entre la UNESCO y New Seven Wonders, la organización creada por el suizo Bernard Weber, ¿para reactualizar nuestro recuerdo borroso de los libros escolares?
Su proyecto comenzó siete años atrás y cabe suponer que desde un inicio tuvo como colaborador al ex- director de la UNESCO, el español Federico Mayor Zaragoza, y a una plana de arquitectos. ¿Serían siete? El número en cuestión aparece como un elemento decisivo en la gestión. Tiene una presencia constante en los afanes de la civilización, dado que inspiró a judíos y a católicos, amén de corresponder al número de los oceános, los enanos de Blanca Nieves y las vidas del gato. De allí que el griego Antipatro de Sidón cantara la belleza del mismo número de edificaciones en el mundo antiguo.
Se esperó pues la llegada del año propicio, el 2007. El amor a la camiseta de los países que participaban con un monumento hacía crecer el valor sentimental de la propuesta. A nadie se le pedía que a través de Internet o del teléfono diera una opinión de experto. Una bien articulada difusión iba al ritmo del chorreo que se producía del bolsillo de la fundación. ¿A que no dan con el monto de la inversión en euros? ¡Siete millones y medio!
La intención de Weber de despertar nuestra sensibilidad a la belleza no puede discutirse. Que haya ganado con su iniciativa tampoco. Ni fu ni fa me causa que se le señale como un aventurero, ni como un aprovechador por haber logrado que la transmisión del evento el 07-07-07 fuera cubierta por más de ciento cincuenta canales de todo el mundo.
Mi reclamo apunta a que su capacidad para activar la actitud globalizada de una parte del planeta, se detenga con un envío de imágenes al espacio sideral. ¿Por qué no continúa? Por favor don Weber, sea usted tan amable de convocar con esos votos que maravillan nuestros mejores deseos: Que disminuya la pobreza, que haya paz en el globo y en los siete años venideros, ¡hágalos realidad!
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