jueves, noviembre 01, 2007

DesOkupa

La española Rosa Montero llama a pensar en la pasividad del joven al que le tocó ser testigo del ataque del catalán a la ecuatoriana en el tren de ruta en Barcelona. Ve un indicio de que el chico fuera también un migrante en el tono oscuro de su tez, tal como lo muestra la pantalla y se pregunta si no sería esa la razón de que no dijera ni mús. Admite sin embargo, que el skin head alto y fornido asustaría a cualquiera y que nadie debiera sentirse del todo seguro para afirmar que hubiera sido solidario ante un hecho de tal magnitud. Su invocación final me resulta curiosa. Ojalá no nos toque encontrarnos con alguien que quien sabe debido a qué motivos personales actúa con tal barbarie frente al prójimo. Nos podría poner en evidencia.

Manuel Morales de Val también español, llama en cambio a reflexión sobre el hecho como un sentir grupal. Considera que ese tipo de agresión todavía un fenómeno poco conocido, comienza a cobrar auge entre jóvenes catalanes y vascos que defienden su singularidad étnica y cultural. Lo suyo es reclamar el derecho a ser sólo ellos los que habiten su territorio, reivindicación que sorprendemente asocian a la defensa del ecologismo y la antiglobalización. Se agitan en esas aguas al decir de Morales de Val, una cerrada defensa a la raza blanca heredera del nazismo más puro, a la vez que la exaltación romántica de la vida del Che Guevara. Estamos en suma ante un surtido coktail ideológico cuyos ingredientes principales son el izquierdismo y el anarquismo.

Me viene a la cabeza el término Okupa nacido en España hace unas décadas para identificar el derecho de tomar posesión de viviendas abandonadas. Los medios comenzaron a referirse al Movimiento Okupa cada vez que se producía la apropiación de un edificio deshabitado con la intención de usarlo como vivienda o lugar de reunión. Lejos de autoidentificar el hecho como un delito, los okupas querían ver en su acción un acto reivindicativo de evidente raigambre anarquista. No era justo que un sistema aceptara propietarios que no poseían en realidad sus propiedades, la prueba es que las dejaban de lado; y que hubiera en cambio otros que no tenían sino la ruta de la hipoteca para conseguir una vivienda o local.

Me pregunto si es lo que ocurre con tantos jóvenes que no encuentran en ellos sino violencia para sentirse a sí mismos y dar a entender a otros que tienen un lugar en la sociedad. Como si en sus años tempranos no hubieran sido habitados por quienes los criaron y por su entorno, resuelven echar mano a los impulsos más primitivos para "okuparse". Nada puede ser más doloroso que el vacío, de allí el fervor de la okupassion.

Desokuparse es correr el riesgo de experimentar un dolor muy intenso, pero también el camino de poblar nuestro interior con más Eros que Tanatos. Se puede.

Imagen: Anish Kapoor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperando no se nos ocurra la okupassion en nuestro pais, aunque hace muchisisisimos años axiste tambien aca en las "invasiones".
Mariella

Lichi Garland dijo...

Sería más local la invasión televisiva en nuestro interior ¿No crees?