Vengo de ver "Misericordia" teatro que toma como referencia el 11-S. Diré que atrapa no bien se apagan las luces de la sala y una pantalla ubicada al borde del escenario recuerda la polvareda y el derrumbre de las torres gemelas. Recordar escarapela se dice uno que respira mejor cuando la pantalla se pliega y aparece un hombre joven sentado en la sala de un departamento. Ben tiene la mirada perdida y un vaso de licor en la mano. El timbre de su celular resuena sin que él atine a responderlo. No se necesita mucho para comprender que ha permanecido toda la noche en casa de Abby, su amante, y que se debate en la culpa que expresa su desánimo. Ha dejado de avisar a su esposa y a sus dos pequeñas hijas que no ha muerto el día anterior en el atentado. El azar lo alejó de su oficina en el preciso momento de la explosión para llevarlo al departamento de su amante. Abby aparece en esas. Trae provisiones que ha logrado comprar en algún negocio aunque su departamento está cerca de la Zona Cero. No bien entra le pide a Ben que haga algo con el celular. O responde o lo apaga. El requerimiento da inicio a un diálogo de reproches y más tarde de ánálisis respecto a la relación que mantienen ambos ya tres años. El silencio de Ben lleva ya venticuatro horas, un juego de humor negro para que lo den por muerto hace crisis. ¿No era lo que necesitaba para dejar a su familia y comenzar una vida también de cero?
La obra del estadounidense Neil LaBute está adaptada al español con modismos locales incluidos. Todo cumple, particularmente la actuación De Mónica Sánchez y Gonzalo Molina, la escenografía de Carlos Mesta y la dirección de Gustavo López Infantas. El horror exterior ha tocado a una pareja. El estremecimiento de la calle los ha puesto frente al desencaje de sus vidas. Como acaba de ocurrir con dos edificios, se están derrumbando también dos casas psíquicas. Dos Yóes que se ven arrastrados por sus respectivos impulsos e imágenes de autoridad.
La obra trasciende el momento de destrucción del que hemos sido testigos, para poner en escena un balance de fuerzas humanas individuales. Somos débiles, paradójicos, unidos a veces no encontramos muy lejos del otro. Tantas veces quisiéramos comenzar de cero.
El arte como dice el profesor de historia del arte Donal Kuspit desde la perspectiva del psicoanálisis, es una posibilidad de borrarnos de la vida por la supuesta distancia que como espectadores mantenemos con la obra. Lo que ocurre le pasa a los personajes, no a nosotros. Sin embargo es también un modo de indagación en nuestro propio Yo. Una manera de miranos. El arte nos ofrece la posibilidad de abrirnos paso "a través de la posibilidad real de alcanzar un nuevo sentido del Yo".
Comprobamos entonces que empezar de cero es una empresa imposible. Que sólo a través de nuestra historia y de sus matices podemos librar una lucha para hacernos mejores.
La obra del estadounidense Neil LaBute está adaptada al español con modismos locales incluidos. Todo cumple, particularmente la actuación De Mónica Sánchez y Gonzalo Molina, la escenografía de Carlos Mesta y la dirección de Gustavo López Infantas. El horror exterior ha tocado a una pareja. El estremecimiento de la calle los ha puesto frente al desencaje de sus vidas. Como acaba de ocurrir con dos edificios, se están derrumbando también dos casas psíquicas. Dos Yóes que se ven arrastrados por sus respectivos impulsos e imágenes de autoridad.
La obra trasciende el momento de destrucción del que hemos sido testigos, para poner en escena un balance de fuerzas humanas individuales. Somos débiles, paradójicos, unidos a veces no encontramos muy lejos del otro. Tantas veces quisiéramos comenzar de cero.
El arte como dice el profesor de historia del arte Donal Kuspit desde la perspectiva del psicoanálisis, es una posibilidad de borrarnos de la vida por la supuesta distancia que como espectadores mantenemos con la obra. Lo que ocurre le pasa a los personajes, no a nosotros. Sin embargo es también un modo de indagación en nuestro propio Yo. Una manera de miranos. El arte nos ofrece la posibilidad de abrirnos paso "a través de la posibilidad real de alcanzar un nuevo sentido del Yo".
Comprobamos entonces que empezar de cero es una empresa imposible. Que sólo a través de nuestra historia y de sus matices podemos librar una lucha para hacernos mejores.
1 comentario:
Buena la reflexión de no poder empezar de cero... incorporemos lo previo, inventemos y crezcamos...
Iremos a ver la obra...
Gracias Lichi
Olga
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