Una amiga que se interesa no hace mucho por compartir imágenes a través de la Red, me envió el link de un dibujo hecho aparentemente en una versión nueva de flash. El pincel en movimiento va dando cuenta de una anatomía femenina que entre ideas y vueltas concluye sus trazos en la figura de una mujer que parece lucir su indumentaria. Decidí atrapar la secuencia en momentos puntuales que hicieran ver la transformación, lo que quiere decir que me entretuve con el Photoshop. A propósito de entretenerse les diré a ustedes que me entretengo en particular cuando me asaltan sensaciones como la de ayer. Descubrí en casa el DVD de una película de la que no había oído hablar, ¡ y cuánto tiempo! No tenía el registro de "La insoportable levedad del ser" de Philip Kaufman hecha en 1989, pese a que había leído la novela de Kundera. Estando en el papel protagónico Daniel Day Lewis ganador de la edición 2008 del Oscar, bien podría el DVD haber aparecido en mi camino a propósito de la ceremonia hollywoodense de marzo, pero no. Visto a la distancia resulta extraño pensar en cosas que años atrás hemos pasado por alto y que sin embargo nos resultan gratas en el presente. Disfruté las tres horas de la película y hoy al comenzar a escribir para aliviar mi sensación de extrañeza busqué información sobre el director y los protagonistas. ¿Cuál era a fin de cuentas el crimen de mi atención a fines de los ochenta? Sonreí al recordar la cita del filósofo José Antonio Marina en uno de sus libros. El español sugiere con ironía no investigar un crimen hasta que aparezca el cadáver. Podría ser imaginario, sin embargo advierte, prodría a uno podría ocurrirle, ¡encontrar al culpable!
Me digo que la atención y su instrumento, la memoria, poco tienen del trazo hilvanado de principio a fin del dibujo aquí expuesto. Cuando aparece la oportunidad de reconocerlo, hay que reirse al menos un poco del afán de querer saberlo todo...,o de creer estar a la última.
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