Arthur Danto lanzó su famosa sentencia: ´El arte ha muerto,´como un epitafio que bien podría haber colocado a la entrada de la Stable Gallery de Manhattan el año 1964. No lo hizo, pero la ha seguido repitiendo en sus varios libros. De alguna manera la exposición de Andy Warhol en la galería de `La Gran Manzana`, el mismo año que los Beatles pisaban suelo nuevayorkino merecía la frase. Warhol mostraba al pequeño gran mundo del arte, envases de detergente que sólo se diferenciaban de piezas similares, disponibles en almacenes y supermercados, por el material con el que habían sido hechas. En lugar de cartón, el artista había empleado madera contrachapada. ¡Vaya! Tales Brillo Box produjeron en Danto un sentimiento de embriaguez filosófica. Uno entiende en su libro “La transfiguración del lugar común”, que el hecho de que se comenzara a considerar estos productos como objetos aptos para la contemplación estética, lo puso en alerta de la tarea que debía emprender: La de elaborar una nueva definición del arte. Le era evidente que la anterior había quedado obsoleta y aún más, que el arte había muerto, lo que quería decir que como según su cálculo seguirían apareciendo nuevas acciones o piezas identificadas como arte, se abría una etapa a la que había que identificar como la del ´arte después de la muerte del arte´.
¿Por qué el asunto de ´no digas no entiendo´? Ahí voy. La frase se ha convertido en un refugio para el espectador que áun en pleno siglo XXI visita una galería de arte. Y no sólo en las metropolis, que llegar al mismo Nueva York o a una vanguardista ciudad europea, dígase Kassel al norte de Alemania donde se llevan a cabo los Documentas, máxima expresión de contemporaneidad artística, podría parecer tema natural de interrogación para un sudamericano. Se puede suponer que algo distinto pase por la cabeza de humanos que viven en sociedades también distintas, pero no es el caso. Quien está atento a las formas y conceptos del arte vanguardista en Lima, sabe que desde los sesenta el Pop tuvo seguidores. Asimismo, que las escuelas de arte hoy se mantienen conectadas a los estilos internacionales, sin descartar la intención de forjar una identidad plástica propia.
¿Qué pasa entonces cuando llega una exposición armada en otro lado? Por ejemplo la del Centro Cultural de España anunciada como una muestra de artistas menores de treinta años residentes en España. Acto seguido que uno se encuentra con gente, que ciertamente no intenta mantener la nariz pegada en el arte como quien escribe estas líneas, y las oye lanzar una seguidilla de no entiendos.
prosigo mañana ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario