lunes, septiembre 10, 2007

Dar, un ida y vuelta

El frío campea todavía en Lima, pero a diferencia de otros lunes no me ha logrado abatir. Será porque la semana se ha iniciado con sorpresas. Dos amigas con las que no hablaba hace unas semanas me llamaron temprano para que les hiciera de alter ego, y dije que sí. Pensé que  era bueno acudir al encuentro y convertirlo en un espacio de juego. No el de la risa solamente, aunque de eso también hubo sino el de la disponibilidad atenta. Qué ocurre, y probaste esto o lo otro, lo siento pero me parece que repites lo de siempre, o, no lo veo tan grave, entonces espera...

La asociación que hago enseguida reclama una línea de trazo grueso respecto al párrafo anterior. Me vienen a la cabeza las dos últimas películas que he visto y la sensación similar que me han dejado ambas siendo como eran, sobre putas. No caben finezas respecto al sustantivo, con más razón si así se llamaban a sí mismas las protagonistas. La italiana Mónica Belluci convertida en un diosa sensual por el director de ¿Cuánto me amas? Bertrand Blier y la española Candela Peña, concebida como una poeta de la calle por el director de Princesas, Fernando León de Aranoa. La coprotagonista de Peña, la debutante Micaela Nevárez tiene una actuación muy vívida que mereció el premio de actriz revelación en los premios Goya del 2005. La ternura en la mirada de los dos directores sobre sus personajes femeninos conmueve. Una hace a un lado la posibilidad de enjuiciarlas y se deja llevar por la manera en que estas mujeres decidieron instalarse en la vida. En Princesas, "Me llaman Calle", la canción de Manu Chao habla de la esperanza de quien siendo una bala perdida "porque así me disparó la vida", sueña conque un día vendrá su suerte. Al encontrar a alguien con quien compartir, no sólo dejará de andar como maquinita por la gran ciudad, sino su corazón dejará de alquilar. 

Considerando en bloque estas líneas, creo que tienen en común el tema de la intimidad. Los vínculos que nos reparan y nos hacen seguir adelante, poco tienen que ver con la indiferencia. Se atiende al otro no sólo por sostenerlo sino porque el cariño que sale a relucir en el intercambio nos sostiene también. Con suerte nuestras iniciativas se vuelven creativas y qué es lo dicho, sino lo mejor que puede pasar en el encuentro humano.
Imagen: Yaacov Agam

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