Estoy poco menos que atrapada por el lenguaje tecnológico, así que si alguna vez padecí de tecnofobia debiera celebrar el haberme curado. La clave es dedicar un tiempo para empeñarse en el ensayo error y no dudar un segundo de que sea posible acceder al manejo de un determinado programa. En el caso del photoshop sus famosas capas, en inglés layers, cobran sentido cuando se sabe de antemano en qué podrían empleárselas. A mi modo de ver aprender el recorte, el calado o el coloreado de una imagen sin tener en claro que uso se le podría dar, despista. En cambio si como decía alguien de la vida, se aprende a tocar violín y al mismo tiempo se tiene que dar un concierto, la dificultad del aprendizaje disminuye. Eso no niega el paso a paso, pero incopora la tarea o la práctica inmediata como elemento fundamental de la exposición. Si les parece que digo perogrulladas, es que no se han topado con profesores del tipo yo-me-hago-el importante- porque- manejo la dificilísima-tecnología. Una actitud llana como la de la profe de photshop que tengo ahora es un alivio. Aquí una imagen con la que cumplo en entrar en materia.
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