Pienso que habría que decir que sí y no al tema del elitismo. No tengo intención de entrar al debate, pero menciono solamente que en general se necesita cierto sentido del matiz para mencionar cualquier distracción humana cuando se piensa en la situación de extrema pobreza en el globo.
El caso es que hoy no sólo pude estar en el torneo que menciono, sino que la experiencia se hilvana con la crónica de ayer sobre Warhol. El crítico Robert Hugues se preguntaba en los ochenta, cuando vivía todavía el Papa del Pop, cuánto de popular tuvo verdaderamente su producción y en esas lo comparaba con LeRoy Neiman, ilustrador de motivos diversos, entre ellos desnudos que aparecían en la revista Play Boy.
A juicio de Hughes, Neiman era bastante más popular. Veían sus dibujos millones de lectores mientras que a Warhol solamente se le identificaba como alguien del mundo de los museos que pintaba sopas y cajas de detergentes. Más de cerca se sabía que el pintor hacía gala de un "cinismo transparente". Llegó a decir que quería ser una máquina con la misma superficialidad de quienes se subieron al carro del Pop para alabarlo como un estilo progresista.
Hughes menciona entre las cuentas pendientes de Warhol, sus simpatías con el régimen del Sha de Irán. Cuando el artista se quitaba su blindaje de máquina, sus afectos tenían poco de casuales, Sabrán ustedes que vendió al déspota muchísimo de su arte moderno. En palabras de Hughes: "La conversión del remanente de la avant-garde americana en ardientes partidarios de los Pahlevi fue uno de los más suculentos absurdos sociales del período".
Vaya, hablando de golf y Warhol, el asunto se me ha vuelto bíblico. Casi termino pensando que el tema permite encender la discusión sobre lo que es popular o no. ¿Quién tira la primera piedra?
Imágenes: LeRoy Neiman.
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