No nacemos despiertas decía Pinkola hace quince años, lo que nos toca es despertar. Si una mujer ingenua decide "no saber", hay también la que quiere diferenciarse y convertirse en sí misma. Para Pinkola tanto los animales salvajes como la "Mujer Salvaje" eran especies en peligro de extinción, debido al sabotaje al que habían sido sometidos. A la psicoanalista junguiana le interesan los arquetipos, suerte de imágenes colectivas originadas en las necesidades de la vida primitiva. Estudió a los lobos y escuchó cuentos y relatos que la pusieron en camino para diagnosticar la situación femenina: La educación seguía restando vitalidad a las mujeres al inculcar debilidad y sumisión en su forma de ser.
La autora plantea recuperar las características propias dando una mirada a los lobos que han sabido siempre de la vida. Se trata de ir al encuentro de la mujer salvaje como requisito para emprender la tarea de construir la propia psique. Hay que luchar contra la fuerza asesina que anda suelta en nuestro interior y en la cultura misma amenazando la emergencia del verdadero rostro de la mujer independiente. Dejarse seducir por cualquier persona o situación depredadora conduce a la propia anulación.
La primera sorpresa del libro sigue siendo enterarse de las razones por las que un lobo es bastante más que un lobo. ¿Una afirmación de otra época? ¿Y que le queda a Caperucita?
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