viernes, diciembre 21, 2007

Una bonita alegoría




Tres nombres adquieren de pronto sentido : Céfiro, Cloris y Flora, verán ustedes por qué. De derecha a izquierda vemos a Céfiro en tonalidad verdosa. El personaje representa al viento y a la vez una fuerza del mundo subterráneo que se asoma a la dimensión de los mortales para ayudar al alma humana. Cloris recibe su aliento un tanto sorprendida. La misteriosa energía le ha de permitir crecer y transformarse. Flora ubicada un paso adelante y cubierta de flores, es la misma Cloris que ha logrado el a la vez temido y deseado nacimiento, encarna por lo mismo la primavera. ´La primavera´, el cuadro pintado por Botticcelli en 1477 encierra al decir de Ernesto Frers, claves del conocimiento hermético originario de la cultura egipcia, recuperado en la Edad Media por artistas como Dante Alighieri o el mismo Boticcelli, pintor florentino cuyo nombre real era Alessandro Di Mariano Fililepi. Ocurre que llevaba el apodo que se le daba a toda su familia por la gordura de su hermano mayor. Botticcelli igual tonelito, habría sido un ferviente esotérico y su interés en transmitir en sus cuadros un lenguaje agregado estaría relacionado con el deseo de conservar una tradición de magia, alquimia y cábala nunca bien aceptada. Dejo para otro momento la interpretación de las demás figuras de la pintura de Botticcelli. Los tres personajes que he mencionado bastan para comprender como funciona la alegoría. Recibir la energía de la vida exige nuestra aceptación, pero una vez producido el nacimiento espiritual concebido como una verdadera transfiguración, nos convertimos en portadores de una luz que puede tocar a otros seres. Toda una inspiración para estos días.

Fuente: "El museo secreto"
Ernesto Frers.

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