viernes, marzo 23, 2007

A la caza de imágenes

Se habrán preguntado ustedes que tiene de arte un dibujo de la calle hecho a la volada. Quizás les inquietó que Keith Haring el artista del slide show de ayer dignificara además del lápiz, el spray y hasta el soplete. Lo cierto es que cada vez que el grafitero iba a parar a la Comisaría, los polis le pelaban los dientes, -así que tú eres el de los dibujos-. No es difícil comprender la simpatía por un rebelde que para más señas hacía las veces de portavoz de un imaginario netamente popular.

Cómo dudar de que para hacerse un lugar en el mundo del arte haya que llamar la atención. O que vender sea un verbo que preceda al hecho de ganarse la vida. Hay riesgos. El del creador es banalizarse y el del espectador dejarse llevar con docilidad por los designios de las modas. Convertirse en materia moldeable antes que en el sujeto de una experiencia estética.

El tema del éxito en el mundo del arte se llena de ironía en un texto de Robert Hugues ("A toda crítica", 1984). El crítico de origen australiano afirma que arte y dinero siempre fueron de la mano. "La idea de que el agua fría, los mendrugos y los cobradores benefician a los artistas, está casi tan extinguida como el poder reformador de los azotes".

Por su parte McLuhan, el profeta de los medios masivos, decía que el mundo vertebrado por la electrónica nos seguía reclamando la actitud nómada del paleolítico. El recolectar frutos de ayer tenía un símil en la recolección de datos e información. La opinión está tejida de información. De caza de imágenes. Si hay que ser dócil, que sea al criterio propio formado con esfuerzo. Es nuestro grano de arena a la configuración del mercado.

Imagen. Gerhard Richter 1972

1 comentario:

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