Cierro la semana con imágenes del mexicano Arturo Rivera (1945). Es curioso, pero mi admiración por su trabajo no ha podido encontrar ninguna resonancia en la información que pulula sobre él en la Red. En una crónica se dice que es un hombre de maneras intensas que afirma que no le debe nada a nadie. En otra que está obsesionado por los ojos. Yo digo que deja entrever la sensación de estar perdido en uno mismo. Que sus personajes parecen haber librado un combate al límite de sus fuerzas. Que contusos, quisieran dejar de pensar en lo vivido. Acaso nos preguntan si a nososotros nos pasa lo mismo. Acaso nos previenen del misterio mismo de la vida.
4 comentarios:
Yo tomo la palabra y diría que son momentos antes o después de una violencia íntima de los personajes. Y esa violencia también las experimentamos y desfiguramos nuestra verdadera imagen.
estremece... son muy buenas..
gracias cara
Olga
La verdadera imagen es toda una turbulencia, ¿no crees, Felipe? A mi modo de ver, resulta siempre más hudiza que verdadera. No quiere decir que haya que dejarse arrastrar por la violencia...
El poeta inglés Swinburne se desmayaba cuando leía sus propios poemas. Se dice que ´entraba en estado de inconciencia´. Me provoca un já, recordar esos tiempos del estremecimiento a toda hora, a fines del siglo XIX. Hoy dosificamos más los clímax, ¿no? Un cariño Olga.
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