viernes, febrero 23, 2007

De tórax al país


Situación uno. Una docena de seres reunidos en el cálido salón de grados de una ilustre universidad local. Nos mantenemos a la espera de la doctora NN que debe presidir la mesa del jurado de una tesis y no llega. El imaginario local nos hace descartar que le haya ocurrido alguna desgracia. Anticipa en cambio, la excusa que se avecina. Disculpen ustedes, se me bajó una llanta. Por cierto que a nadie se le va a ocurrir examinar el cuerpo de la académica para localizar el percance. La llanta sería del carro. Del carro.

Post modernos como se dice ahora que somos, no logramos recuperar la voz ¡inaudito! Hay que valorar sin embargo, las asociaciones libres que brotan en los tiempos perdidos. Freud está presente, se siente, se siente. La espera de la doctora continúa, cuando alguien recuerda a la gente que cree que marcar la hora de entrada al trabajo es una falta de libertad. Mmm...Hay también quienes creen que tener una casa en la playa es vivir de espaldas al Perú, echo leña al fuego.

Situación dos. El tema me vuelve a la cabeza. Pienso que el autor del artículo donde leí la frase anatomo-política "de espaldas al Perú", debe sentirse situado de tórax al país. Siendo periodista de un semanario local, sus magros ingresos deben garantizarle casi, no poder avizorar vacaciones en algun lugar de nuestra costa. En retribución está el increíble gozo de experimentarse como un individuo políticamente correcto.

Si la mejor salida del periodismo es zocavar el piso de los que con su trabajo y no la coima trabajan y logran un tiempo de descanso, es que somos un país estúpido. El vigilante que se ve en el malecón de algún balneario al sur de Lima, debe tener la satisfacción de contar con un trabajo. Si digo que ojalá llegara a tener su propia compañía, más que seguro que reciba comentarios del orden mxzcxwqjt.

Situación tres. Estoy pensando en una imagen. La oligarquía a la que se identificaba como a los dueños del Perú, ha cedido paso a los dueños de su cuerpo. Lo diseccionan posesionados de los medios de comunicación. Por mi parte, nunca quisiera estar de espaldas al Perú, pero sabe dios si el jurado dictaminará que lo estoy. No sé a quien le toque presidir la mesa, pero es más que seguro que a la hora de las deliberaciones, llegará tarde también.

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