¿Qué me dicen de la cobertura que "El Comercio" dio el lunes al Oscar? El decano de la prensa nacional dedicó sus páginas dos, tres, cuatro y cinco de la sección Luces a los ganadores de la estatuilla. Abundó en ilustraciones que mostraban el mejor ángulo de las estrellas por quienes siente particular debilidad. Un ¡uau! para el vestido de Cameron Díaz. El pie de la foto decía que se la veía fresca y natural enfundada en su Valentino, y que había hecho bien al acompañar el traje con unas sandalias Jimmy Choo. A Penélope Cruz en cambio, el haberse recogido el pelo no le había sentado bien. ¡Ay chola! Es cosa de volver y volver ensayando otro look.
Para mayores datos, medí el espacio de la portada general del diario donde se daba rienda suelta al júbilo. El entrañable Scorcese había recibido el reconocimiento que se merecía: 15 x 33.5 cm. (un aproximado que no soy buena con la regla).
Desde hace un tiempo me pregunto por el estilo de "El Comercio" para ejercer la libertad periodística y la libertad de empresa. Su desenfado para vendernos la fábrica de sueños como si fuera la realidad, me pone al borde del colapso. Ayer mismo nos enterábamos, también en la portada, del cumpleaños setenta y cinco de una diva de Hollywood, ¡¡¡!!!
Atreverse a elevar una voz de protesta y de reflexión en esta parte del planeta, se castiga con indiferencia. Uno experimenta entonces la sensación de haberse convertido en una figura pintada en la pared. Escucha voces que la ratifican como no existente: Exageras, si todo el mundo está encantado, es lo que le gusta a la gente, etcétera.
Aún así cuelgo estas líneas solitarias y hago otra medida. Corresponde al espacio que ese mismo lunes dedicó el diario al bloqueo de la Panamericana sur: 8 x 5 cm. (casi nada). Y eso que muerte hubo, violencia de los pobladores también y desatención e indiferencia de las autoridades ni que decir.
Será cosa de imaginar que Scorcese viene a filmarnos. De interesarse el maestro en algunos de los episodios de la desorientación ciudadana que vivimos, a nuestro diario decano podría ocurrírsele convertir la información en un motivo de reflexión. Quizás hasta en una campaña para saber comportarnos en los lugares públicos, a la salida del cine quiero decir.
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