martes, febrero 20, 2007

¿Demoler, demoler?

La Huaca Huallamarca me queda cerca. Cada vez que puedo doy un paseo por el área de más de diez mil metros cuadrados que hizo de sede ceremonial del pueblo indígena de los Huallas. El santuario mantuvo su influencia en la zona, desde aproximadamente el siglo III d.C. hasta la llegada de los Incas a Lima en el años mil cuatrocientos y tantos. Ambas culturas compartían el estilo arquitectónico para edificar lugares sagrados, siendo en la sierra la materia prima la piedra y en la costa el adobe.

Cuesta creer que haya costado rendir homenaje al pasado precolombino. Que tiempo atrás los hallazgos arqueológicos fueran tachados como "un terral", por voraces constructores que apuntaban a una urbanización de moldes foráneos.

La arqueóloga del Museo de Sitio de Huallamarca, me dice que en los años sesenta se veía hasta con verguenza la conservación del lugar. ¿Cómo una construcción autóctona y hecha de barro iba a seguir instalada en el corazón de San Isidro, el distrito jardín?

Su voz se alegra al mencionar la intervención de arqueológos y autoridades municipales. No se podía borrar un importante rastro de identidad. Que bueno que las cosas se pusieran en su lugar y que el gobierno municipal se ocupe hoy del mantenimiento de la huaca.

O nos hacemos cargo de nuestro pasado o andamos por allí con pinta de copias del estilo de turno. ¿Por qué pretender demoler, demoler, como decía la tonada rock, todo aquello que pudiera traicionar esa imagen supuestamente reluciente (y estandarizada) que llevamos por fuera?

Ojo, que además se nota.

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